lunes, 26 de enero de 2015

¿Cuántos Necesito?

En un cierto momento de mi vida adulta temprana, me vi encerrado ante el deseo librado de todo compromiso, y es que al verme atrapado algo que no me traía la comodidad que esperaba, me tomé la libertad de acomodar mi propia situación para así estar más a gusto con mi propia situación. Más simple que eso, estuve en un momento con cuatro personas al mismo tiempo, lo que podía ser muy provechoso pero lo interesante es que no le saqué el provecho esperable, no porque no haya querido debido a que las ganas siempre estuvieron, sino que llanamente porque no se dieron las situaciones para ello. Cada uno tiene su propia historia y con cada uno viví experiencias emocionales y sexuales distintas, pero lo curioso es que de los cuatro, no lograba hacer uno, es decir, que si juntaba todo lo bueno de estos cuatro no me alcanzaba para hacer, no un hombre perfecto, sino uno aceptable. En el tiempo que me vi envuelto en esta situación muchas veces me pregunté ¿cuántos hombres necesito para ser feliz? Y a veces ni siquiera eso, sino que pasaba por ¿estoy dispuesto a gastar de mi cuatro veces para recibir menos de uno entre todos?
Es un poco difícil describir lo que me llevó a estar con cuatro hombres a la vez, pero lo intentaré explicar de manera acotada. Mucho tiempo atrás conocí un muchacho el cual me llamó enormemente la atención, nos gustamos de manera inmediata, sin embargo, él como técnico en enfermería, tenía turnos horribles y casi no teníamos tiempo juntos, y a pesar de que nuestra vida sexual era buena, el problema era que esa buena vida sexual se daba cuando efectivamente teníamos vida sexual, sin embargo y a pesar de todo, seguimos adelante con contratiempos incluídos. El segundo personaje aparece en mi lugar de trabajo y era No-Asumido, lo que en la intimidad no era un problema, sin embargo, fuera de la cama se tramsformaba en una amistad, muy buena amistad, a pesar de las largas conversaciones del tema, sus razonamientos no llegaban muy lejos y cuando pensé que me estaba enamorando de él y se lo plantié surgieron los problemas. El tercer partícipe se trata de una especie de accidente, un amigo del trabajo me invitó a salir y me quería presentar un chico, el asunto fue al salir llegó otro chico y al final tuvimos cercanía con el que llegó y nunca con el que nos querían juntar, intenté hacer algo ahí pero su mentalidad le impedía llegar a algo concreto y tuvimos una relación intermitente. Mi último personaje se trata de un chico que conocí a través de facebook y que al hablar nos agradamos, nos hicimos buenos amigos y cuando nos conocimos nos gustamos inmediatamente, pero él tenía un problema, estaba de novio con otro hombre y empezamos a tener una relación prohibida.
El hecho es que todo esto pasó casi al mismo tiempo y decidí darle con todos para ver cual era el que me gustaba más y quedarme con él, pero el problema fue más allá, cada uno tenía una traba o problema para poder establecer una relación y la decisión se fue haciendo cada vez más difícil, les llegué a poner hasta nombre, los llamé "el cuarteto sin brillo" y estuve meses con los cuatro a la vez, el problema principal pasó por no tener nada, cada uno de ellos despertaba algo en mi que me hacía quererlos y sin embargo, no era suficiente por cualquier otro motivo, no concreté ningún tipo de relación más allá de una amistad encubierta o intermitente que en la intimidad significaba sexo y promesas vacías de un compromiso que nunca vería la luz. Y eso a la larga cansa.
Por supuesto, cuatro hombres para mi era algo de lo que muchos se podían jactar pero que solo quisieran tener, sin embargo, no lo recomiendo como yo lo viví. Cuatro personajes muy especiales, un no asumido que tenía una fuerte cercanía conmigo, nos queríamos mucho, pero debía aguantar que negara su homosexualidad latente. También está el chico accidente que nunca tenía tiempo para vernos, hacía acto de presencia una vez al mes y luego sólo llamadas y mensajería, sexo ocasional y muchas promesas. Luego tenemos al enfermero, bueno, en este caso había un sentimiento muy profundo pero un cruel resentimiento debido al no vernos por razones de tiempo, pero al vernos, hacía que todo valiera la pena, sin embargo, el resto del mes me sentía vacío. Finalmente está mi amigo infiel, que mucha mensajería y llamadas y juntas para sexo ocasional, tenía fetiches extraños pero lo pasaba bien.
En todo este proceso solo aprendí que tener más de un chico a mi lado no me va a ser sentir menos solo, que la espera tiene su recompensa, pero mientras esperas la recompensa, la espera se hace dolorosa. Si uno de estos hombres no me da lo que necesito, y entre cuatro no lo logran aún así, bueno, creo que no vale la pena. A veces uno sólo me ha bastado para sentirme completo y en este caso, entre cuatro sólo me hizo valorar a aquellos que me dieron todo de a uno a la vez y no supe guardar esa comodidad.

A mis queridos lectores,
Amaroh Hikaru Melville

domingo, 4 de enero de 2015

¿Por qué somos amantes?

Hace unas entradas atrás publiqué "¿por qué engañamos?" Y luego de darle una vuelta al tema me dio a pensar que existe otro lado, el del engañado, y otro, el de ser engañador y, ser amante. Esta inquietud surgió de pronto al darme cuenta de lo que estaba haciendo, y es que dentro de mi facebook (cuando tenía) existía un muchacho lindo, muy tierno y cariñoso, gay también (naturalmente), con el cual congeniamos mucho desde un principio, así mismo empezó una relación sentimental vía facebook, nos llamamos "amigos", pero todo cambió al conocernos, me gustaba, y mucho. Sin embargo, él se encontraba de novio con un chico mayor, lo que no me esperaba era lo que seguía después. Nos propusimos ser amantes mientras ello no interfiriese en nuestra amistad y así mismo, la pasión nos ha llevado a urdir los más sucios planes y así hemos seguido, mi amigo vive con su pareja y hablamos de él como cualquier amigo. Y esto me llevó a pensar ¿qué pasa cuando nos proponemos ser amantes de alguien?, o más aún, ¿cuando lo somos y no nos lo proponemos? Porque odiamos ser engañados pero tenemos miles de excusas para seguir engañando.
Veamos, ser amante de alguien implica reglas tácitas, algunas explícitas y otras dadas por hecho, como mantenerlo en secreto, no levantar sospechas entre los conocidos del engañado, mantener la comunicación sentimental al mínimo y evitar las juntas en público. Eso sin contar las reglas de acuerdo mutuo que se establecen, lo que termina por oficializar el engaño, pues ponerle reglas significa que es legal y bonito.
Por otro lado, existen tipos de amantes, como el (o la) que se justifica diciendo que le entrega todo lo que la oficial no sabe darle, y pienso si eso fuera asíde verdad no estaría de amante entonces, estaría de oficial. Está otro tipo, la de interés, que no busca nada más que ascender en el mundo laboral o académico y cuando ya no puede, cambia de amante por otro que sí de la posibilidad de ascender por el camino fácil. Está la lastimera, que engaña porque él (o ella) está tan mal con su pareja que de forma inmanente se está entrometiendo en medio, y pareciera estar en un estado permanente de separación que siempre tiene un pero, donde lo realmente patético es cuando ponen a los hijos por delante, como si un niño que crece en una familia no tradicionalmente constituida es implacablemente más dañino que crecer en una familia con problemas. Y están los amantes que se justifican diciendo que no significa nada, que él es lo suficientemente grande para saber si lo que está haciendo está bien o no, como yo, indiferente y consciente (care raja si se quiere de otra forma), y es que la principal justificación parte de la base de que los hechos que traen consecuencias no afectan porque sólo se basa en sexo y no hay sentimientos involucrados. Finalmente, están aquellos que son derechamente calientes y que no necesitan ninguna justificación para continuar su pecaminoso actuar.
Por consiguiente, todas aquellas justificaciones son meras excusas que sirven para tratar de validar algo que sencillamente no se justifica. La relación sentimental de dos personas compete a dos personas y sólo dos personas y si ambos están de acuerdo en que se convierta en una relación abierta, perfecto. Pero eso de "ojos que no ven, corazón que no siente" se remonta a una frase de consuelo que se daban entre mujeres cuando los hombres de antaño salían a beber y se iban de putas, y parte de la base de que el hombre puede hacer lo que se le de la gana porque es hombre y la mujer debe estar en casa como mujer abnegada aguardando a su marido. Entendido esto, se invalidan todas las posibles justificaciones, intentos de razonamiento, convencimientos baratos y excusas tranquilizadoras para dejar la conciencia tranquila frente a algo que sencillamente no se debe hacer.
Así mismo surge el morbo, la misma expectación de saber si alguien sabe o se ha dado cuenta de lo que estamos haciendo o también, la intriga de estar seguros de ello, la excitación que produce el acto en sí mismo, la adrenalina de cada encuentro, el secreto guardado y que sólo pertenece a los amantes y que solo otros amantes pueden comprender, la sensación de sentir que estás por sobre alguien al hacerlo y casi sentir que dominas al ser amante pero no te das cuenta de que eres tú mismo el que está siendo dominado por el deseo y se transforma en una obsesión loca, terminas por volverte esclavo hasta que finalmente te das cuenta de que estás erdido cuando los sentimientos afloran donde no deberían y en algún momento en el fondo de uno mismo, se espera que lo elijan a uno, pero eso no ocurrirá.
Somos amantes porque estamos tan desprendidos de las moralidades que estaban infundidas alrededor de nosotros que nos importa bien poco lo que hacemos y hasta justificamos lo que hacemos, donde a veces culpamos al que engaña por aceptar tener un amante pero las cosas se hacen de dos. Somos amantes no porque sea lo más fácil, porque no lo es, sino porque incluso en algunos casos es la ocasión para obtener lo que no es nuestro. Somos amantes porque encontramos en lo prohibido aquello que nos hacía falta y nos hace sentir bien con nosotros mismos. A veces somos amantes por capricho, y a veces, solo a veces por que en lo prohibido encontramos la adrenalina que nos faltaba en nuestra vida.

A mis queridos lectores,
Amaroh Hikaru Melville

sábado, 3 de enero de 2015

Hetero Curiosos?

Hoy me encontré en cama pensando en las infinitas posibilidades que se presentan al ver un chico heterosexual guapo. Es cierto que cuando vemos a alguien que nos gusta vemos una película mental de lo que le haríamos si le hablásemos en el momento exacto con la palabra exacta, y lo curioso es que me lo pregunté luego de tener un encuentro sexual, muy recurrente ya, con un heterosexualque se dice llamar "curioso" conmigo, y me pregunté ¿qué pasa por la mente de los hombres heterosexuales que incursionan con gays?
Mi primera experiencia de este tipo fue en el colegio con un compañero de curso, y resultó una relación oculta de casi cuatro meses en los que no enfrentaba ningún problema para introducir mi pene en su ano, pero a él le gustaban (y le gustan) las chicas entonces, claramente hay algo que no me cuadra hasta el día de hoy, pero no se detiene, en la universidad volvió a suceder y en el chat telefónico, los así llamados "heterocuriosos" se ofrecen para ser activos con hombres o a veces, pasivos, lo que es más escandalizante es el hecho en sí mismo como teoría, es decir, un chico que se siente atraído por chicas busca chicos para tener sexo pero afirma que le gustan las chicas. Está bien, finjamos que entendemos esto. Si este chico no quiere nada con un hombre ¿para qué lo busca?, la propia pregunta se hace improcedente, pero aún así, este tipo de preguntas no tienen lugar en la centralidad de lógicas de estas personas.
Dicho esto, cuando trabajé de promotor de una importante marca, estuve teniendo una relación sentimental y sexual con un "heterosexual" durante ocho meses y que al hacer uso de la dialéctica frente al tema la respuesta era simple "es que tú eres especial". A modo de acotación, creo yo (y porque me lo dicen) que no se me nota que soy gay, y es que no suelo ser femenino para mis cosas, entendiendo eso, se me hace más incomprensible el hecho de que yo sea alguien especial que detone cosas extrañas en chicos normales que van por la vida mirando tetas y culos, pero que sin embargo se sienten atraídos por mi pene. Y como yo hay muchos más, y con ellos también muchos casos así.
Estoy en este momento bajo una relación de sexo-amistad con un heterosexual, que sale a discotecas y tiene sexo con chicas hermosas, para qué demonios quiere mi pene en su ano, me pregunto yo. Claro, no se lo pregunto mientras estoy en eso, pero sí se lo plantié a modo de inquietud y su respuesta fue simple: "no lo sé". Muy bien, como ya tengo algo de experiencia con testarudos heterocuriosos preferí no incurrir en más preguntas, pero la inquietud no deja de ser más preocupante, ¿qué pasa con esas parejas que llevan años de casados y el tipo decide algo tan simple como tener una aventura con un hombre? (Claramente a escondidas) cómo se sobrelleva eso, qué tipo de base justifica esa inclinación tan ilógica, es contraproducente en actuar. Es decir, tengo señora, sexo seguro, una vagina jugosa y mía, mmm.... se me apetece un culito de un tipo.
No, no encontré respuesta a esto, y por lo demás, es una inquietud que poco me importa por ahora mientras me haga tener sexo periódicamente, pero sí me hace pensar y dar vueltas y lo dejo de tarea para reflexionar, cómo se fundamenta algo así, cómo existe la curiosidad al punto de hacerlo relación, porque es distinto el hetero que es curioso y prueba un poco de ello al hetero que se hace adicto al tema y lo hace parte de sí mismo y se sigue llamando curioso a sí mismo.
Por último, lo que quieran decir del punto G del hombre que se encuentra cerca del ano no es muy cercano a introducir el pene en él, por otro lado, los heterosexuales que incurren en masturbaciones públicas por curiosidad en los baños de hombres son fáciles de conseguir una mamada, y por qué no, un 69 y de repente no se dan cuenta cuando están ensartados. Da para pensar más de lo que sugiere, y es que si bien, puede ser un factor psicológico, la "heterocuriosidad" parece ser más común de lo que se cree o se piensa, ojo con ello, por que si los gays están en todas partes, los curiosos andan cerca.

A mis queridos lectores,
Amaroh Hikaru Melville