Cuando me enfrenté al desafío de conmemorar mis dos
años en la iniciativa “El Blog del Piiñah” pensé qué tema podría ser tan bueno
para hacerle honor a mis lectores pero no tanto como para que sigan leyéndome.
Comencé “El Blog del Piiñah” como una sátira de la serie de televisión “El Blog
de la Feña” y mi idea era hacer un programa radial on-line, donde hablar de
temas sexuales fuera tan natural como con un par de tragos. El programa no tuvo
éxito pero ante la insistencia de ciertos radio-escuchas a quienes les gustó la
idea del Blog, decidí crear este blog escrito en la web, ya que así sería más
fácil de difundirlo y de que sus temas se lean. Para conmemorar los dos años
del Blog del Piiñah tomaré el primer tema del que hablé: ¿Por qué engañamos? Y
debo mencionar a mi amigo Luis Mayer quien mencionó este tema sin saber que era
el más significativo para mí, daba por hecho que no era necesario tocarlo, pero
recordé que nadie me escuchaba -jajajaja- así que decidí tomarlo y
desarrollarlo.
El engaño es uno de los temas más hablados y menos
conclusivos de las personas en general, y es que es tremendamente complejo
analizar a las personas cuando hay una cantidad de pensamientos distintos, hay
personas distintas con trastornos distintos que hacen que la rama de
variaciones respecto de un tema tan delicado, como el engaño amoroso (con sexo
incluido claro está, si no, no sería mi blog), tenga la variación de
pensamientos que existen y de ahí que las contraposiciones de las opiniones
varían en una conversación. Sin embargo hablaré de generalidades porque es más
fácil y corto.
Engañar a la pareja, es decir ser infiel, se trata
de uno de los temas más complejos, pues se trata de faltar a la confianza de la
pareja, rompiendo un lazo tan estrecho y delicado sobrepasando el límite de la
confianza. A través de esto, se crea un clima de desconfianza que termina por
matar la relación si es que se perdona tal acto. Ante esto, se dice que hay
distintas razones que llevan al engaño y veremos un poco cuales son tratando de
entender el por qué engañamos.
Casi todos podemos decir que hemos sido infieles
aunque sea una vez, y siempre damos excusas que sirven para tranquilizar
nuestra mente y llena nuestra boca de argumentos que sólo nos convence a
nosotros mismos pero pensamos que el
resto los encuentra igual de válidos.
Una de las excusas es que el amor es que el amor se
terminó: veamos este argumento: si me encuentro en pareja y mi pareja ya no me
hace sentir lo mismo que antes pero no quiero perderle pues tengo miedo de
extrañarle, o simplemente, nos llevamos tan bien que es casi un crimen terminar
la relación sólo porque ya no me hace sentir lo mismo y pienso que aquello es
un estado provisorio que pasará en cualquier momento y volveremos a ser felices
como antes, entonces, un desliz que me satisfaga por el momento malo que estoy
pasando parece válido, pues no es necesario que nadie lo sepa siendo que así no
se daña a nadie. El punto con este argumento está en que precisamente si no hay
fuego en la relación; no es necesario buscar ese fuego por fuera pues, ese
fuego puede ser encendido en la relación y la clave está en hacerla dinámica de
manera que todo lo que necesito lo encuentre con mi pareja y no requiera de
buscarlo afuera, una relación amorosa no es un objetivo por cumplir, sino un
enorme trayecto que disfrutar y la misión está día a día en mantener viva la
llama de la pasión para que no se termine matando la convivencia, el saber
compartir lo que se siente y se quiere es parte de ser sincero con la pareja, y
la sinceridad es la principal arteria de la confianza, y la confianza es la
base de cualquier relación interpersonal. Por otro lado, nada de esto cuenta si
no se tiene conciencia de la pareja, si el amor propio es más grande que el
respeto a quien amas, y eso provoca que el engaño, la omisión y la mentira se
interpongan en la relación, es que ya no hay relación de dos, pues cuando los
intereses de la pareja se toman unilateralmente definitivamente ya no hay
pareja, pues las parejas son de dos (sí, lo sé, omitan comentarios al respecto
-jajajajaja-), y como tal, las decisiones deben tomarse entre ambos:, veamos:
si ambos decidimos que seremos una pareja libre y que me da exactamente lo
mismo que mi pareja se acueste con quien sea cuando sienta que ya no le caliento,
bueno, es válido, pues existe a confianza que propicia el perverso acto. Sin
embargo, cuando esto se hace como decisión propia y en secreto, o
descaradamente, deja ver una evidente falta por el respeto a la pareja, pues no
se piensa en que la otra persona confía ciegamente en que la relación es tan
sincera que la pareja se sostiene gracias a sí mismos.
Otro de los argumentos es que simplemente pasó
porque se dio la situación, esto da para pensar que simplemente no hay cariño
en la relación, pues no se engaña cuando se quiere o se ama, si se dan las
situaciones la persona siempre tiene el poder de elegir cómo actuar,
independiente de lo rápido que se dé la situación. El libre albedrío es parte
fundamental de lo que nos hace ser seres racionales, el poder decidir en base a
lo que queremos o pensamos por sobre los impulsos carnales es parte de un
razonamiento avanzado que se aprende, pues no todos saben como usarlo, pues de
lo contrario, no habrían excusas como “es que me calentó la sopa y no soy de
fierro poh’ mi amor”. El autocontrol es fundamental para el crecimiento
personal y es vital para mantener las cosas en orden dentro de una relación,
sobre todo a la hora de las infidelidades.
La siguiente excusa es que estaba buscando por otro
lado lo que no me da mi pareja. Lo que es realmente decepcionante, pues veamos: según se dice: el hombre engaña por
sexo y la mujer por sentimiento. ¿Pero qué tan de cierto hay en esto cuando la
masculinización de la mujer hace debilitar el carácter del hombre y termina feminizándolo
de tal forma que pareciera que los roles se invierten? Y lo digo así pues se
sabe que la mujer es quien moldea al hombre, el hombre es fácil de entrenar y
es al revés de como se piensa: que el hombre tiene mala mano o no. Siendo la
mujer la responsable de la conducta del hombre en la relación, es fácil saber
que si la mujer toma una actitud más autoritaria masculinizando su carácter, el
hombre tiende a hacerse más sumiso. Referente a esta reflexión no diremos que
el hombre engaña por sexo y la mujer por afecto sino que simplemente diremos
que hay quienes engañan por tal y otros por cual.
Cuando se engaña por sexo es simple: no hay sexo en
la relación y las tentaciones, las que parecen estar más latentes que nunca
cuando se está emparejado, provocan la situación de infidelidad que satisfaga
los deseos carnales de la persona, o es que sencillamente la pareja no sabe
satisfacer a su otro por diferentes motivos: vagina abierta, pene pequeño, ano
flexible o dedos gruesos o delgados. El placer en el sexo y la ausencia de ello
tienen el mismo remedio: comunicación, si no se tiene la confianza suficiente
para poder decir lo que nos molesta del otro tanto en la cama como en la vida
común ¿cómo esperamos que la situación mejore? Evidentemente la otra persona no
tiene una bola de cristal para adivinar lo que quiere o no quiere, y es que a
veces por no querer herir no se dice nada, pero al evitar sólo se hiere más al
otro al matar silenciosa y largamente la relación con el silencio y los actos a
escondidas. Nuevamente la confianza se establece como un problema y una
solución ante el sexo o la relación en general.
Por otro lado, hay quienes engañan por afecto, para
ello el problema y la solución es el mismo: si no se tiene el tino y la
sinceridad para conversar y decir “tengo carencia de cariño de tu parte” es que
no hay confianza y es así de simple. Cuando la relación es lo suficientemente
madura es que se pueden tratar estos temas con completa libertad sin llegar a
las ofensas, los alzamientos de voz o a la omisión de los mismos. Los afectos
son importantes en la relación, pues sin ellos sólo hablamos de una amistad con
sexo, los afectos hacen la diferencia entre ambas relaciones fuertes. Es por
ello, que cuando se es infiel por falta de afecto es que hay un grave problema:
porque no se hace saber y porque la otra persona no hace lo posible por
mantener viva esa llama que hace la diferencia.
Finalmente está el pretexto de que el alcohol tiene
efectos ‘maaaaaaalos’ en el cuerpo y despiertan los bajos instintos, bueno,
pues es verdad que con etanol en la sangre el cerebro no coordina, no entiende
y no razona, y es más, olvida lo que se hace, pero antes de llegar a ese estado
de inconsciencia existen estados previos que alertan como el “estar happy” o
“arriba de la pelota” o “mareado”, momentos en que se puede hacer un alto y no
se hace por estupidez o porque gusta del sabor del alcohol, en todo caso, las
posibilidades de detenerse al beber alcohol son mínimas pero se puede hacer el
intento por no querer dañar a quien se quiere y esa es una decisión importante
e inteligente que hay que hacerse antes de seguir bebiendo alcohol.
Sin embargo, todos estos argumentos, o como me
gustan llamarlo a mí: excusas, tienen cabida en la misma solución preventoria:
la confianza y la sinceridad (que van de la mano por cierto) son los pilares
fundamentales de la relación y pasarlos a llevar no sólo demuestran una fuerte
carencia de madurez, sino que también un inminente inconformismo propio de no
saber lo que tengo o me gusta ni su diferencia. Por ende, la conclusión es
obvia: si quieres o amas, no engañas, si lo que tienes no es lo que quieres
hazlo saber y si no rinde frutos, pues no es para ti, aunque lo tengas y sea un
muy buen partido. Si se perdió el cariño o el amor, la solución es simple: se
termina la relación y ya! Cuando cada uno va por su lado se es libre de
acostarse con quien sea, puesto que a la pareja se le debe respeto, y por lo
demás, quien queda mal no es el engañado.
Por último es necesario que diga que el engaño no es
algo que sea raro, es sólo que hay quienes no entienden que superar ese tipo
situaciones parte de madurar como persona y como pareja. Cuando se piensa en
pareja no hay más de dos en el embrollo.
A mis queridos lectores,
Amaroh Hikaru Melville