viernes, 30 de agosto de 2013

¿Por qué engañamos?


Cuando me enfrenté al desafío de conmemorar mis dos años en la iniciativa “El Blog del Piiñah” pensé qué tema podría ser tan bueno para hacerle honor a mis lectores pero no tanto como para que sigan leyéndome. Comencé “El Blog del Piiñah” como una sátira de la serie de televisión “El Blog de la Feña” y mi idea era hacer un programa radial on-line, donde hablar de temas sexuales fuera tan natural como con un par de tragos. El programa no tuvo éxito pero ante la insistencia de ciertos radio-escuchas a quienes les gustó la idea del Blog, decidí crear este blog escrito en la web, ya que así sería más fácil de difundirlo y de que sus temas se lean. Para conmemorar los dos años del Blog del Piiñah tomaré el primer tema del que hablé: ¿Por qué engañamos? Y debo mencionar a mi amigo Luis Mayer quien mencionó este tema sin saber que era el más significativo para mí, daba por hecho que no era necesario tocarlo, pero recordé que nadie me escuchaba -jajajaja- así que decidí tomarlo y desarrollarlo.
El engaño es uno de los temas más hablados y menos conclusivos de las personas en general, y es que es tremendamente complejo analizar a las personas cuando hay una cantidad de pensamientos distintos, hay personas distintas con trastornos distintos que hacen que la rama de variaciones respecto de un tema tan delicado, como el engaño amoroso (con sexo incluido claro está, si no, no sería mi blog), tenga la variación de pensamientos que existen y de ahí que las contraposiciones de las opiniones varían en una conversación. Sin embargo hablaré de generalidades porque es más fácil y corto.
Engañar a la pareja, es decir ser infiel, se trata de uno de los temas más complejos, pues se trata de faltar a la confianza de la pareja, rompiendo un lazo tan estrecho y delicado sobrepasando el límite de la confianza. A través de esto, se crea un clima de desconfianza que termina por matar la relación si es que se perdona tal acto. Ante esto, se dice que hay distintas razones que llevan al engaño y veremos un poco cuales son tratando de entender el por qué engañamos.
Casi todos podemos decir que hemos sido infieles aunque sea una vez, y siempre damos excusas que sirven para tranquilizar nuestra mente y llena nuestra boca de argumentos que sólo nos convence a nosotros mismos  pero pensamos que el resto los encuentra igual de válidos.
Una de las excusas es que el amor es que el amor se terminó: veamos este argumento: si me encuentro en pareja y mi pareja ya no me hace sentir lo mismo que antes pero no quiero perderle pues tengo miedo de extrañarle, o simplemente, nos llevamos tan bien que es casi un crimen terminar la relación sólo porque ya no me hace sentir lo mismo y pienso que aquello es un estado provisorio que pasará en cualquier momento y volveremos a ser felices como antes, entonces, un desliz que me satisfaga por el momento malo que estoy pasando parece válido, pues no es necesario que nadie lo sepa siendo que así no se daña a nadie. El punto con este argumento está en que precisamente si no hay fuego en la relación; no es necesario buscar ese fuego por fuera pues, ese fuego puede ser encendido en la relación y la clave está en hacerla dinámica de manera que todo lo que necesito lo encuentre con mi pareja y no requiera de buscarlo afuera, una relación amorosa no es un objetivo por cumplir, sino un enorme trayecto que disfrutar y la misión está día a día en mantener viva la llama de la pasión para que no se termine matando la convivencia, el saber compartir lo que se siente y se quiere es parte de ser sincero con la pareja, y la sinceridad es la principal arteria de la confianza, y la confianza es la base de cualquier relación interpersonal. Por otro lado, nada de esto cuenta si no se tiene conciencia de la pareja, si el amor propio es más grande que el respeto a quien amas, y eso provoca que el engaño, la omisión y la mentira se interpongan en la relación, es que ya no hay relación de dos, pues cuando los intereses de la pareja se toman unilateralmente definitivamente ya no hay pareja, pues las parejas son de dos (sí, lo sé, omitan comentarios al respecto -jajajajaja-), y como tal, las decisiones deben tomarse entre ambos:, veamos: si ambos decidimos que seremos una pareja libre y que me da exactamente lo mismo que mi pareja se acueste con quien sea cuando sienta que ya no le caliento, bueno, es válido, pues existe a confianza que propicia el perverso acto. Sin embargo, cuando esto se hace como decisión propia y en secreto, o descaradamente, deja ver una evidente falta por el respeto a la pareja, pues no se piensa en que la otra persona confía ciegamente en que la relación es tan sincera que la pareja se sostiene gracias a sí mismos.
Otro de los argumentos es que simplemente pasó porque se dio la situación, esto da para pensar que simplemente no hay cariño en la relación, pues no se engaña cuando se quiere o se ama, si se dan las situaciones la persona siempre tiene el poder de elegir cómo actuar, independiente de lo rápido que se dé la situación. El libre albedrío es parte fundamental de lo que nos hace ser seres racionales, el poder decidir en base a lo que queremos o pensamos por sobre los impulsos carnales es parte de un razonamiento avanzado que se aprende, pues no todos saben como usarlo, pues de lo contrario, no habrían excusas como “es que me calentó la sopa y no soy de fierro poh’ mi amor”. El autocontrol es fundamental para el crecimiento personal y es vital para mantener las cosas en orden dentro de una relación, sobre todo a la hora de las infidelidades.
La siguiente excusa es que estaba buscando por otro lado lo que no me da mi pareja. Lo que es realmente decepcionante, pues  veamos: según se dice: el hombre engaña por sexo y la mujer por sentimiento. ¿Pero qué tan de cierto hay en esto cuando la masculinización de la mujer hace debilitar el carácter del hombre y termina feminizándolo de tal forma que pareciera que los roles se invierten? Y lo digo así pues se sabe que la mujer es quien moldea al hombre, el hombre es fácil de entrenar y es al revés de como se piensa: que el hombre tiene mala mano o no. Siendo la mujer la responsable de la conducta del hombre en la relación, es fácil saber que si la mujer toma una actitud más autoritaria masculinizando su carácter, el hombre tiende a hacerse más sumiso. Referente a esta reflexión no diremos que el hombre engaña por sexo y la mujer por afecto sino que simplemente diremos que hay quienes engañan por tal y otros por cual.
Cuando se engaña por sexo es simple: no hay sexo en la relación y las tentaciones, las que parecen estar más latentes que nunca cuando se está emparejado, provocan la situación de infidelidad que satisfaga los deseos carnales de la persona, o es que sencillamente la pareja no sabe satisfacer a su otro por diferentes motivos: vagina abierta, pene pequeño, ano flexible o dedos gruesos o delgados. El placer en el sexo y la ausencia de ello tienen el mismo remedio: comunicación, si no se tiene la confianza suficiente para poder decir lo que nos molesta del otro tanto en la cama como en la vida común ¿cómo esperamos que la situación mejore? Evidentemente la otra persona no tiene una bola de cristal para adivinar lo que quiere o no quiere, y es que a veces por no querer herir no se dice nada, pero al evitar sólo se hiere más al otro al matar silenciosa y largamente la relación con el silencio y los actos a escondidas. Nuevamente la confianza se establece como un problema y una solución ante el sexo o la relación en general.
Por otro lado, hay quienes engañan por afecto, para ello el problema y la solución es el mismo: si no se tiene el tino y la sinceridad para conversar y decir “tengo carencia de cariño de tu parte” es que no hay confianza y es así de simple. Cuando la relación es lo suficientemente madura es que se pueden tratar estos temas con completa libertad sin llegar a las ofensas, los alzamientos de voz o a la omisión de los mismos. Los afectos son importantes en la relación, pues sin ellos sólo hablamos de una amistad con sexo, los afectos hacen la diferencia entre ambas relaciones fuertes. Es por ello, que cuando se es infiel por falta de afecto es que hay un grave problema: porque no se hace saber y porque la otra persona no hace lo posible por mantener viva esa llama que hace la diferencia.
Finalmente está el pretexto de que el alcohol tiene efectos ‘maaaaaaalos’ en el cuerpo y despiertan los bajos instintos, bueno, pues es verdad que con etanol en la sangre el cerebro no coordina, no entiende y no razona, y es más, olvida lo que se hace, pero antes de llegar a ese estado de inconsciencia existen estados previos que alertan como el “estar happy” o “arriba de la pelota” o “mareado”, momentos en que se puede hacer un alto y no se hace por estupidez o porque gusta del sabor del alcohol, en todo caso, las posibilidades de detenerse al beber alcohol son mínimas pero se puede hacer el intento por no querer dañar a quien se quiere y esa es una decisión importante e inteligente que hay que hacerse antes de seguir bebiendo alcohol.
Sin embargo, todos estos argumentos, o como me gustan llamarlo a mí: excusas, tienen cabida en la misma solución preventoria: la confianza y la sinceridad (que van de la mano por cierto) son los pilares fundamentales de la relación y pasarlos a llevar no sólo demuestran una fuerte carencia de madurez, sino que también un inminente inconformismo propio de no saber lo que tengo o me gusta ni su diferencia. Por ende, la conclusión es obvia: si quieres o amas, no engañas, si lo que tienes no es lo que quieres hazlo saber y si no rinde frutos, pues no es para ti, aunque lo tengas y sea un muy buen partido. Si se perdió el cariño o el amor, la solución es simple: se termina la relación y ya! Cuando cada uno va por su lado se es libre de acostarse con quien sea, puesto que a la pareja se le debe respeto, y por lo demás, quien queda mal no es el engañado.
Por último es necesario que diga que el engaño no es algo que sea raro, es sólo que hay quienes no entienden que superar ese tipo situaciones parte de madurar como persona y como pareja. Cuando se piensa en pareja no hay más de dos en el embrollo.

A mis queridos lectores,
Amaroh Hikaru Melville

jueves, 22 de agosto de 2013

Sexo y Trabajo


Un cierto día en mi nuevo trabajo me preguntaba por qué es tema recurrente en una conversación el sexo. ¿Es tan importante el sexo en la vida moderna? O ¿Es que siempre ha estado presente en la mente pero ahora se habla más de ello? Estas preguntas surgen porque interactúo con personas de entre 18 y 50 años de un estrato socioeconómico medio, ¿noto alguna diferencia?, no, cuando hay confianza en hablar de ciertos temas no importa la edad, la experiencia del sexo se vuelve un tema recurrente sin importar la sexualidad o el nivel de morbo de la conversación. Sin embargo, lo que más sorprende es el hecho de que en el retail, donde me desenvuelvo ya hace más de un año y medio se produce un sub-mundillo, algo así como un micro sistema o un reality-show en donde parece casi imposible fijarse en el compañero que tienes a tu lado y pensar en innumerables formas de llevarle a la cama. ¿Es que es completamente necesario iniciar relaciones de índole sentimental y/o sexual con los compañeros de trabajo?
Veamos, en mi primer trabajo de retail pude ver variadas relaciones mezclando operarios, jefes y guardias, curioso, a pesar de que los guardias de seguridad de una tienda de retail de por sí tienen mala rePUTAción (jajajaja) existe gente que cree que tienen algún tipo de esperanza concreta más allá de concretar un sexo muy placentero, hay excepciones, como en todos los casos, pero me tocó en mis dos primeros trabajos ver corazones rotos y malos estados de Facebook® provocados por guardias de seguridad hombres y mujeres. En mi primer trabajo el sexo era un tema secundario en relación a otros temas, como el estudio o el amor, sin embargo, cuando entré a mi segundo trabajo de retail, el cambio fue drástico, a tal punto que, las conversaciones, hechas por personas de distintas edades y estratos sociales, eran en su mayoría sexo, sexo y más sexo, en el caso de las mujeres con las que hablé el tema preferido era el pene, su forma, su ausencia y hasta su sabor, en cambio con hombres: la vagina, su estrechez y en muchos casos, los olores. Cuando se juntaban hombres y mujeres a hablar de sexo, la conversación variaba de tal forma que se hablaba de la calidad del sexo y de su presencia o ausencia en la vida personal.
En mi actual trabajo el tema del sexo retoma presencia de un tono más cómico, y es que la diferencia entre edades al hablar del sexo habla de la madurez del tema: cuando enfrentamos una discusión joven del sexo, termina hablándose de fetiches y de las mejores experiencias sexuales. Mientras que cuando la edad avanza, las preferencias temáticas acerca del sexo cambian de tal modo que el foco se centra en la calidad del sexo y de las peores experiencias sexuales, los miedos acerca del sexo y las posibilidades sexuales del cuerpo y la mente.
Se han logrado llegar a conclusiones equitativas en conversaciones variadas relacionadas al tema del sexo, sin embargo, no siempre se puede estar de acuerdo siempre en que el sexo sea bueno o malo, que sea o no una generalidad la opinión sobre la sexualidad de las personas.
He visto con mis propios ojos cómo personas declaradas abiertamente homofóbicas se doblegan al saber ciertas verdades de la homosexualidad y aceptan y toleran la homosexualidad, he visto a hombres y mujeres hablando de sexualidad hetero y homo, todo cuando la conversación toma un cierto matiz de madurez y se pueden confrontar opiniones superando el “asco” de ciertas personas ante ciertos temas o detalles, pudiendo ser el factor de la curiosidad la principal arma contra la ignorancia y abre las puertas de la libre opinión y da paso al respeto.
Sexo en el trabajo se puede traducir en el tema del sexo o el acto mismo.
¿Qué pasa cuando hay sexo en el trabajo?
Conversaba con amigos gay y amigas acerca de las relaciones sexuales en el trabajo y el tópico de la “mina rica” con el jefe parece más que latente, poder evadir las cámaras de seguridad y llegar al orgasmo es un reto, sin embargo, se hace, y es más común de lo que uno cree. En un mall, por ejemplo, basta con ir al baño en los momentos en que se sabe que no hay nadie en ellos para concretar una excitante actuación donde la adrenalina de la posibilidad de ser descubiertos y de la pasión oculta se mezclan con el placer del coito.
Por otro lado, el cinismo sexual en el lugar de trabajo es más complicado de lo que se piensa, los códigos de calentura, las miradas discretas, las tocaciones en público o hasta los mensajes ocultos en las cosas que se hacen en el trabajo, se consideran un reto bastante excitante que mantiene viva la llama de una nueva posibilidad de una relación sexual. El sexo en el escritorio es una fantasía común y más aún si el jefe es sexy, eso aumenta la posibilidad de generar la situación de incomodidad esperando que el jefe mismo la rompa con un beso apasionado, cerrando la puerta y desnudándose de manera sensual y hasta un poco brutal.
Pero sin duda, del sexo laboral, el mayor objetivo es lograr que ese sexo se lleve a la casa, para que comience a ser sexo extra laboral, la primera posibilidad de una relación más allá de lo sexual, lo que rara vez pasa, pero es bastante anhelado.
De cualquier forma, la lectura considerada del sexo depende de las pretensiones y experiencias de quienes hablan el sexo más de quienes lo practiquen. Y es esa precisa cualidad la que genera las más variadas opiniones, pues la sola práctica del sexo, sólo genera una única y unánime opinión: es lo mejor de estar vivo.

A mis queridos lectores,
Amaroh Hikaru Melville

martes, 7 de mayo de 2013

Sexo ideal con el hombre ideal


Sucede que tengo un prototipo de hombre en mi cabeza, Pilar Sordo lo traduciría como la manifestación de mi pensamiento femenino (“Viva la Diferencia!”), donde mi idea de hombre ideal para mí compite con los hombres reales que tengo en frente de mí y eso hace mi vida más infeliz cuando estoy o no con alguien, y es que mi prototipo de hombre ideal no se asemeja a mis novios y los que sí, bueno pues, ya están ocupados o simplemente son unos putos. Esto me hizo pensar, ¿qué pasa con los hombres gay? ¿Acaso no se puede disfrutar de una relación perfecta con un hombre perfecto? Fue entonces, que reflexioné en torno a  lo que pasa cuando crees encontrar tu tipo de hombre y los sueños rotos.
Sucedió que hace un par de días encontré a mi lado un chico, parecía de mi edad, sólo que era perfecto para mí, el porte ideal, cabello claro y tez blanca, facciones finas pero masculinas, imberbe, delgado pero con cuerpo, con buen gusto para vertirse y peinarse, con una mirada tierna y labios deseables, sostenía su pene y yo el mío, nos miramos y con un gesto me invitó a que consumáramos nuestros deseos sexuales, a lo que me hice el desentendido y me fui a lavar las manos mientras de reojo miraba como el chico se seguía manoseando su ahora erecto pene esperando a que me devolviera a besarle y a penas salí del baño sentía que había cometido el peor error de mi vida, pues en el chico ese encontré todo lo que yo estaba buscando en un hombre, incluso la invitación descarada, que me decía que es tan desinhibido como yo para sus cosas, y es hermoso en verdad. Pero me alejé, ¿por qué? Ni yo logro entenderlo aún, es como raro esto, siempre disfruté del sexo casual en cualquier parte y ahora lo rechacé sin culpa alguna y aún así me quejo de no tener sexo. Tal vez estoy entrando en una etapa en que el sexo por sexo no me llama la atención y eso me asusta, me hace pensar qué he hecho de mí para llegar a esto. Y es que ni siquiera me he dedicado a buscar a mi hombre ideal, sólo espero (inconscientemente) a que aparezca en frente de mí y me dé un beso y seamos felices, pero, ¿eso llegará a ocurrir? Y si llegase a ocurrir, no llegará el hombre 100% perfecto para mí, puesto que yo busco a algún pasivo y generalmente los que se atreven como yo espero son activos como yo, o simplemente son pasivos o muy mujeres o muy lejos de lo que yo busco en un hombre, o ambas.
Lejos está de mí ya el sexo obtenido por teléfono, por chat, por ciber, por discos, con gente que no conozco y que tal vez no vuelva a ver nunca más y que ni me importe su nombre el cual no recuerdo. Pero, es eso mismo lo que precisamente me ha alejado de mi hombre ideal, pues, sólo con estas actitudes he logrado conseguir a hombres como yo: que buscan sexo por un rato, y los hombres que me han logrado llevar a las manifestaciones más puras del sentimiento sagrado, son equivocados en mi vida, lo que deprime, pues es como si fueran de paso por mi tiempo histórico y se hacen parte de un hito destacado en un pasado de hombres. Y es que, últimamente los hombres ideales que me he encontrado en la micro, en el metro, en la calle, en el trabajo, en la universidad, son hombres a los que añoro besar y no follar (por lo menos, no de buenas a primeras) o que me contentaría si me mirasen de la misma forma que yo lo hago hacia ellos.
Y finalmente está la parte rompecorazones que está el factor pololo que es cuando a mi chico ideal se le aparece su pololo y me lo refriega en la cara, el factor polola, que es aún peor, porque ahora es menos alcanzable para mi, o el factor tiempo-espacio como cuando me toca o él bajarse de la micro o el vagón y ni siquiera me dedica una mirada, o bien, me la dedica pero ya es demasiado tarde, pues ya está lejos de mí y aunque corra tras él no se bajará a besarme.
Frente a eso, el sexo de consuelo es menos gratificante que la masturbación imaginativa, pues aunque la experiencia de la auto complacencia sea superada por el sexo, la mente tiene ese poder de hacer que cierres los ojos y por un segundo poses su cara frente a la tuya, esa cara de hombre ideal que es tan esquiva y que no volverás a ver hasta que otra igual o mejor te vuelva a romper el corazón, pues bien, el sexo casual y el sexo por complacencia ya no están en mi lista al parecer, por lo que sólo me queda resignarme a seguir esperando a que mi hombre ideal venga a tocar a mi puerta para besarme apasionadamente y seamos felices.

A mis queridos lectores,
Amaroh Hikaru Melville

miércoles, 17 de abril de 2013

Los límites al hablar de sexo


Conversando con mis amigos de la universidad, donde se supone que se encuentran las mentes más abiertas de la sociedad (sólo se supone), me di cuenta de que hay ciertos pudores a la hora de hablar de sexo, independiente del sexo heterosexual u homosexual, existen pudores con el sexo en los universitarios a la hora de hablar con amigos. Entonces, corresponde preguntar ¿están los jóvenes preparados para hablar libremente de sexo?
Entonces, me posicioné en los jóvenes universitarios, y es que más arriba dije que los universitarios tendrían que ser, en términos ideales, las mentes más abiertas de la sociedad.
Son entonces los jóvenes universitarios con quienes me dedico a hablar de sexo. Pero es complicado establecer límites a la hora de hablar de sexo, vale decir que no todas las personas piensan de igual manera y, por lo tanto, no es posible establecer límites claros en un grupo surtido de jóvenes universitarios donde los límites a la hora de hablar de sexo son variados conforme las personas son variadas también. Es curioso ver como con ciertas personas se pueden detallar cosas que con otras personas no se podrían decir por asco o pudor, sin embargo no muchas veces tiene que ver con el sexo homosexual y heterosexual, pues al llegar a ciertos límites de descripción del acto sexual heterosexual es necesario detenerse para evitar hacer que la imagen mental de la otra persona llegue a límites en que la obliguen a gritar para que el que esté hablando se calle. En otros casos el sexo homosexual no puede ser ni mencionado por el hecho de ser un pudor o un asco que llega a ser realmente absurdo.
Por el otro lado, en el caso homosexual existen también ciertos pudores al hablar de sexo, si bien, los homosexuales son, por lo general, de mente más abierta a muchos temas, hay pudores en su propio entorno a la hora de hablar de sexo, por ejemplo una lesbiana que no tolera escuchar detalles de sexo anal gay. En mi propio caso, que he tenido la oportunidad de experimentar ambos tipos de relaciones sexuales, y que en verdad no me da miedo fingir nada, me da exactamente lo mismo escuchar tal o cual cosa acerca del sexo sea cual sea. Y eso me lleva al siguiente punto de la discordia, el fingir, el hecho de aparentar una cosa que no se es frente a ciertas personas se demuestra al presentar un falso pudor al hablar sobre tales o ciertos temas como el sexo. ¿Qué pasa por las mentes de las personas al llegar a este estado de fingir algo que no son con tal de aparentar algo que les aseguraría un espacio dentro de la comunidad para ser aceptado. Esta parte es realmente deprimente y debería ser la misma razón para la exclusión social de quienes intentan llevar a cabo esta aberración personal, pues, mostrar una careta de algo que no se es llevaría inevitablemente a la propia destrucción del ámbito social ya que tarde o temprano se mostrará la real personalidad de la persona y lo llevará a un alejamiento social al haber mentido a los que le rodean por haberse mostrado como alguien que no es. Esto también provoca un problema personal que tiene que ver con la propia limitación, el contenerse, la auto represión de la personalidad.
Ahora, lo que me sucede en donde trabajo, a diferencia de donde estudio, el tema es distinto, se puede hablar de sexo heterosexual sin límites pero con un toque más de divertimento, vale decir, el pene y sus usos, o la carencia del sexo y cómo obtenerlo. Sin embargo, el sexo homosexual presenta una dificultad, por el momento, en este espacio heterosexual semi-cerrado, se trata de hablar de sexo homosexual de manera informativa, como del tipo preguntas, si duele o no, si gusta o no, las situaciones y posiciones, etcétera. En mi propia experiencia, es un lugar que estoy abriendo para la libre discusión del sexo.
Por lo pronto, es quizás el medio de mente abierta quien tiene la responsabilidad moral y social de abrir las mentes ajenas a tratar de temas relacionados con el sexo sin importar su origen, ya sea hétero u homosexual, pues el placer y la práctica del mismo sexo es tema en ambas partes y es necesario que no existan barreras en el área de la discusión para poder hablar de igual a igual y poder llegar a logros como el de Canadá (información otorgada por un canadiense actualmente residente en Chile) donde la discusión del sexo no es un tema informativo o con límites otorgados por el pudor, sino que se trata de un tema que en verdad es de libre discusión sin límites dependiendo del nivel de confianza entre el grupo que lo converse y no del género de sus hablantes. Sin duda es un ejemplo de abertura de mente que es necesario imitar si queremos vivir en armonía, quitarse los pudores y los falsos pudores que nos llevan a la propia segregación de las personas, independiente de si son heterosexuales u homosexuales.
El sexo se vive y se habla, es necesario que nuestros amigos con quienes es que generalmente comentamos nuestras experiencias y dudas y comparaciones acerca del sexo, conozcan nuestras inquietudes del sexo sin que necesariamente se establezca el límite de si es sexo hétero u homosexual.

A mis queridos lectores,
Amaroh Hikaru Melville

martes, 9 de abril de 2013

Edición especial: Las relaciones de la gente.


Esta vez quiero dejar un poco el sexo de lado porque necesito contar esto aunque sé que pocos lo leerán, pero si deja algún saber a quien lo lea, estaré satisfecho.
En una parte difícil de la vida uno me tiendo a apoyar en personas que valoro y considero como parte fundamental de mi vida y espero que aquellas me consideren de la misma forma. Digo, es parte de cualquier relación: la empatía que desemboca en una reciprocidad interesante traducida en un cúmulo de lealtad. Me pasa que dentro de las últimas semanas mi sorpresa ha in-crecendo respecto de la gente que considero dentro de mi círculo personal y es realmente decepcionante ver que no me consideren dentro de donde creía estar. Esto me llevó a preguntarme: ¿qué tan falsa puede llegar a ser la gente con las personas con el fin del propio interés? ¿o es que acaso el interés pasajero tiene que ver con la lástima que provoca el reprimir un intento de no acercamiento por sanidad mental?
Escribí yo en uno de mis libros: “Existen muchos tipos de círculos en las personas que son clasificados dependiendo de su indispensabilidad y utilidad, que a la vez están ligados a la temporalidad y especialidad del sujeto” Y escribí esto con el fin de ayudar a quienes no entiendan las relaciones humanas y se pregunten ¿por qué me hacen daño las demás personas? Sin embargo, aquel conocimiento quedó desechado de mi propia biblioteca mental al creer ingenuamente que tenía sólo círculos cercanos y me olvidé de las clasificaciones que yo mismo había concluido años atrás. Volví a tener 17 años y realmente me llevé demasiadas decepciones acuñadas en conjunto después de años de gloria al lado de personas que creí que no me despegaría, incluso de personas que hacía poco tiempo llevaba de conocer y se me ocurrió crear lazos internos fuertes y que ahora veo: no lo merecen, esta vez creo que ya toqué un fondo muy bajo donde tendré que reordenarme personalmente para decidir de manera personal y eficiente con quienes me deberé entregar para después no botar lágrimas por quienes en verdad no lo merecen. Cerraré mis círculos y estrecharé otros para poder hacer un escudo anti-decepciones y así poder mantener un equilibrio personal. En este tiempo me di cuenta que privilegié mi tiempo y cariño a quienes no lo merecían y quienes estaban esperando más de mi, los dejé de lado. Me descuidé al cultivar los lazos ya existentes y estuve a punto de quedar sin lo que más me importaba.
Lo importante de este tema es que descuidé mis propios conocimientos por privilegiar el corazón cuando debí ser más frío para seleccionar a la gente mientras estaba cegado por el calor que mi corazón sentía al estar alegre de acumular amor en mi espíritu con personas que sólo se llevaron algo de mi dejando una huella manchada de sangre en mi.
Finalmente, creo que respondí mis preguntas al unir las respuestas, y es que, qué me tiene que importar lo falsa que sea la gente o las actitudes dolorosas de la gente si no me debería afectar en absoluto lo que hagan o no hagan porque en verdad no están dentro de mi y no me interesa realmente lo que suceda con ellas. Debo reforzar lo que aprendí y practicarlo a fin de poder estar más preparado ante los posibles daños que el destino genera en las almas.
Al fin y al cabo, toda relación saca una parte de uno mismo y por lo tanto uno es dueño de hacer con ese trocito de sí mismo lo que crea mejor.

A mis queridos lectores,

Amaroh Hikaru Melville