viernes, 7 de junio de 2024

LA CONFANZA ES FUNDAMENTAL

En un mundo de desconfianzas, donde la información está tan accesible, algunas veces nos equivocamos, no solo en confiar en alguien equivocado, sino en provocar desconfianza hasta en los más cercanos y en los más insignificantes detalles.

La confianza es un aspecto curioso, no exclusivo de nuestra especie, mas se extrapola a todos los vínculos que podamos generar, con otras personas o con nuestras mascotas. A fin de cuentas, nos es difícil establecer con claridad qué tipo de relación es corrompida con más facilidad por la desconfianza.

Muchas veces cometemos el error de romper la confianza con nuestros padres, muchas veces por nimiedades, a veces con amigos por traicionarlos con alguna estupidez, y a veces a nuestras parejas por algo que suele ser más grave.

La confianza es algo complejo en sí mismo, tan capaz de generar vínculos complejos como de romperlos. Entonces me puse a pensar, cuando la confianza se rompe ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar por recuperarla?

En mi experiencia, una desconfianza surgida por una traición puede ser tanto o más grave que un simple ocultamiento de información. Sin embargo, depende mucho de ambos actores, depende mucho de las incidencias, depende de la sensibilidad de cada uno y del vínculo establecido.

Si estamos dispuestos a reparar una relación rota por la desconfianza ¿cuándo podemos estar seguros de haberla recuperado? o será que nunca se recupera del todo e inevitablemente debemos vivir con esa mancha en nuestro expediente, como una anotación en nuestro certificado de antecedentes de las relaciones.

Mucho de lo que creemos fomenta la confianza proviene de momentos en que nuestros miedos más profundos, como el perder a la persona nos lleven a cometer actos que atentan contra nuestra privacidad, sentido común y la propia dignidad ¿estamos dispuestos a ceder nuestra dignidad por haber cometido un error?

La confianza no se recupera del todo, es que siempre está ese miedo a que pueda volver a ocurrir ese maldito hecho que nos llevó a romper uno de los hilos de la trenza más arraigada que son nuestros vínculos para con el otro.

Es entonces que ¿debemos hacer un reporte constante de nuestros pasos para generar confianza o solo debemos seguir siendo nosotros, a pesar de que eso mismo nos llevó a perder la confianza en primer lugar? No necesitamos más inseguridades en este camino por la redención pero toca preguntar ¿qué carajos debo hacer para recuperar la confianza de alguien que se ha desilusionado de uno?

Quizás sea suficiente con dejar el tiempo pasar y ver qué sucede, y si eso no repara nada, cortar para siempre ese vínculo para no seguir perdiendo energías en reparar algo que inevitablemente se ha dañado sin posibilidad de reconciliación. Es que perdonar no es lo mismo que olvidar, máxime, el no poder olvidar podría generar ese renuente pensamiento de que aquella persona podría volver a jugar con eso tan delicado que es la confianza.

¿Debemos esforzarnos en perdonar y olvidar o acaso debemos aceptar el error como cualquier otro error y mirar al frente para seguir con nuestras vidas?

La confianza es algo curioso ¿no?

Casi es un objeto, que ganamos o perdemos, rompemos, reparamos y recuperamos, o simplemente la botamos. Todo por comodidad, o por salud mental.

Asimismo, en tiempos de ambigüedad, donde nadie tiene la verdad absoluta, muchas veces nos encontramos en un laberinto sin salida aparente, donde no sabemos qué camino tomar.

Sentirse desorientado debe ser una de las sensaciones más traicioneras. Capaces de dar grandes avances como de cometer los más graves errores.

Entonces ¿cuál es el salto de fe que debemos dar en rigor de la confianza? Es que ¿Se trata de confiar a fe ciega o debemos tener prueba fidedigna de que la confianza se puede recuperar, pedir pruebas y testigos, hacer un juicio e invocar a nuestro juez más severo para emitir un veredicto que nos deje tranquilos ya sea, confiando o desconfiando?

Por otro lado, está el caso de qué hacer cuando has roto la confianza de alguien ¿podemos seguir teniendo nexos con alguien que no confía en nosotros o debemos esperar a que mágicamente se restablezca y seguir con nuestras vidas como si nada hubiera pasado?

Por mi parte, soy lapidario, no me quedaré donde no confíen en mí. He cometido errores, unos más graves que otros, pero de ellos aprendo y lo mismo espero del resto.

La confianza es algo curioso.



A mis queridos lectores,

Hikaru Ritsuka Host

VOLVER

He pensado mucho últimamente sobre retomar este rincón de mi vida donde expresaba lo que pensaba y lo que sentia. Han pasado tres años desde la última publicación y ni siquiera estaba terminada. Mucha agua ha pasado debajo del puente, y es que este puente pareciera haber sufrido haasta tsunamis ya que estuvo a punto de ser destruido, o al menos quedó muy maltrecho.

Realmente no quisiera hacer una apología acerca de la importancia de retomar viejos hobbies o hábitos sanos para mantener la cabeza ocupada, sino más bien, hacer énfasis en el hecho de retomar.

En los últimos meses he retomado dos relaciones, a pesar de que a los 16 años prometí no volver a hacerlo, resulta que a los 31 años volví con un chico después de unos días de haber terminado conmigo, y a los 32 volví con un viejo amor después de más de 6 años. Ahora aclaremos, el primero tenía en aquel entonces menos de 20 años y el segundo es medio año mayor que yo. Por cierto que son dos situaciones totalmente diferente. Hablamos de dos personas diferentes, dos carácteres completamente diferentes, personalidades diferentes, madurez emocional, personal y experimental diferentes, y asi mismo, puntos de vista diferentes y diferentes etapas de la vida.

Ahora bien, todas estas diferencias nos hacen únicos pero también definen el curso y desarrollo de una relación. Y es que las diferencias pueden ser mínimas o sustanciales, dependiendo de cómo afectan al otro, en ese sentido, las tácticas de supervivencia se activan, pero ¿cuánto tiempo podremos permitir que esas diferencias nos marquen definitivamente? y lo más importante ¿cuánto tiempo vamos a tolerar esas diferencias? ¿cuánto tiempo fingiremos que no nos importan cuando en verdad nos corroe las entrañas? Deberíamos detenernos a pensar en si queremos esas diferencias en nuestras vidas o ¿deberíamos plantearnos optar por salvaguardar nuestra integridad mental y no ceder a las diferencias que nos incomodan?

Pensé en hacer preguntas a mis amigos, como siempre, para determinar y deliberar acerca de los resultados de estas incógnitas pero me surgió otra interrogante: ¿podrán hombres y mujeres, heteros y homos, cis y no binaries, determinar hasta dónde podemos aguantar ciertas o cuales cosas? o es que acaso responden a las configuraciones personales de cada uno y entonces, este tipo de inquietudes no las puedo graficar por segmentos.

Por otro lado, sin embargo, una de las variables que se me ocurre indagar y graficar respecto de los posibles resultados tiene que ver con las diferentes generaciones, los rangos etareos ¿es que acaso los boomers, los X, los millenials, los centenials y los alfa podrían determinar una posición marcada respecto de sus estilos de crianza por implicancias geopolíticas? Al respecto he conocido diferentes casos, algunos excepcionales que me han llegado a sorprender de sobremanera y otros más esperables, para todos los sentidos de factibilidad. Conociendo así, miembros de la Generación Silenciosa con más apertura de mente que muchos millenials, y otros boomers considerablemente mas cerrados de mente que me hacen pensar que su crianza fue supervisada por la santa inquisición o por el corán, en un contexto occidental y completamente distinto al que vivieron.

Hay personas, y esto no aplica a las diferentes generaciones, que están dispuestas al cambio, otras que esperan en cambio y otras renuentes al cambio. Los seres humanos son criaturas interesantes, ya que sus diferentes modos de actuar pueden confundir hasta el más meticuloso de los estudiosos de la conducta. Afortunadamente, la gran mayoría de las personas, en general, hacen cambios en su vida diaria, ya sea en sus hábitos, hobbies, campo laboral y profesional ¿son estos cambios un indicio de que estamos dispuestos a hacer cambios en nuestras vidas o en nuestros estilos de vida que evidentemente nos toman por sorpresa y son antecedente de cambios más profundos en las personas independiente de su sistema de crianza? Estas preguntas parecen ser retóricas, y no estoy insinuando que puedo especular respuestas.

Si a veces somos capaces de cambiar nosotros mismos y creer en el cambio de otros para poder retomar relaciones de antaño ¿estamos predispuestos ceder en el sexo por salvar la relación? ¿necesitamos tanto la estabilidad que soportamos las diferencias que nos incomodan para sostener nuestra estabilidad emocional? y es que estamos dispuestos a cambiar siempre y cuando ello resignifique nuestro estilo de vida a uno más cómodo y mejor según nuestros intereses.

Entonces ¿por qué deberíamos cambiar y abandonarnos a nosotros mismos por el bien de otros? es que en nuestra naturaleza de seres humanos ¿necesitamos tanto ser amados que preferimos cambiar nosotros en vez de esperar que cambien los otros? o quizás es muy injusto pedir que el otro cambie sólo por nuestra comodidad. Tenemos tan incrustado en nuestro chip interno algunos que, pensamos que si no nos adaptamos a la otra persona y si no cedemos ambos no podremos ser felices con esa persona pero ¿podemos cambiar de persona? tal vez esa persona no es para nosotros y nos resistimos tanto a cambiar que evitamos las incomodidades por el bien de la relación.

No deberíamos atenernos a tales limitaciones, las personas pueden o no cambiar, pero sería muy injusto pedirles que se adapten a nosotros si nosotros estamos contentos con quienes somos. No deberíamos pedirle a otros que cambien sólo porque no nos gusta su forma de ser y hacer las cosas. Debemos plantearnos si cambiar de persona es lo más adecuado. Después de todo, es sabido, y conozco casos en ambos extremos, personas que son felices siendo sus propias versiones y otros que no están dispuestos a cambiar, o bien, que están tan hartos de cambiar que ya no se sienten ellos mismos.

Ante la duda prefiero ser yo mismo y cambiar por mí y para mí y así estar contento con mi propia versión de mí. Las normas sociales pueden cambiar pero eso no significa que yo deba cambiar por agradarle a otro, debería poder cambiar sólo para ser una mejor persona para mí y mi entorno, y si eso no agrada al resto y me siento bien conmigo y no daño a nadie siendo como soy, entonces, deberíamos ser capaces de cambiar de entorno en donde nuestras diferencias nos complementen en vez de obligarnos a cambiar para adaptarnos arriesgando nuestra forma de ser y nuestra comodidad.

Elijo estar en constante cambio. Por ejemplo, cambiar de nombre, y por qué no, de pareja, de ciudad, de teléfono, de vida, de discurso, de curso, de país, de objetivos, de metas y hasta de pseudónimo.

Cuando tu pseudónimo cambia a ser tu nombre social de paso a legal, podemos cambiar nuestra mirada hacia nosotros mismos y ser capaces de resistir los cambios que nosotros mismos nos generamos a voluntad.




A mis queridos lectores,

Hikaru Ritsuka Host.




martes, 21 de mayo de 2024

SENTIRSE UDI ES RARO (¿SERÉ UN CUICO POBRE?)

Esta confesión y análisis hace referencia a uno de los tópicos de internet más difundidos y viralizados en Chile, para el cual hay que hacer un poco de contexto, es que la relación entre 'El personaje UDI', 'El Cuico' y lo que voy a escribir es muy estrecha y debe ser justificada, sin ánimos de querer minimizar lo que he hecho, no se puede simplemente.

En los más estereotípicos mitos de internet, es sabido que el cuico (por su acrónimo derivado de los modismos chilenos «culiado y conchetumadre» donde lo más lógico sería escribir 'cuyco', pero ese uso no está aceptado por la sociedad chilena quien ha definido el cómo escribir este acrónimo) es aquel personaje estereotípico caracterizado por tener más poder adquisitivo que la media, suele provenir de una familia reputada o de tradición cuica, vivir en barrios acomodados en casas o departamentos cómodos y bien decorados siempre limpios en gran medida gracias a la clásica "Nana" que se encarga de todo, suelen comprarse artículos de marcas reconocidas, ropas a la moda y por un modo de hablar que pretende (porque no lo logra) ser sofisticado. Hay muchos tipos de cuicos, el cuico simpático, el cuico desagradable, el cuico prepotente, el cuico facho (de derecha, generalmente muy patriota), el cuico socialmente consciente, entre otros.

A los cuicos se les suele atribuir el hecho de que son endogámicos, es decir, que suelen hacer parejas con miembros de su familia, primos en cualquiera de sus grados principalmente, razón por la cual se asocia el que las familias cuicas estén emparentadas entre sí, fusionando negocios y empresas, a pesar de que no esté permitido contraer nupcias, al menos en Chile, con consanguinidad hasta segundo grado. Este aspecto es fundamental entenderlo.

Dentro de los cuicos, hay un segmento que reúne a los de peor calaña en un sub estereotipo de militante o miembro o simpatizante del partido de derecha Unión Democrática Independiente, por sus siglas UDI, sin olvidar la idea de fuerza "popular". Es entonces, que el cuico UDI es relacionado con el antiguo arte de emparejarse, juntarse y, vulgarmente, comerse entre primos. De eso hablaré esta vez.

Aclaro que nunca he sido cuico ni mucho menos UDIota, así que el cuestionamiento en el título viene a juicio de que no reúno las características para ser catalogado como tal. Por consiguiente, el cuestionamiento viene a pito de que por algún extraño motivo he sentido en más de una ocasión el perverso deseo de acostarme con algún primo o prima que tengo por ahí, y en efecto, lo hice.

Recuerdo cuando estaba en la básica aún, me parece que iba en sexto básico, así que ya había tenido algún encuentro sexual prematuro, mis 12 años fueron muy raros. Por aquellos tiempos en una de esas extrañas reuniones familiares con mi vasto lado materno (siempre estoy conociendo gente nueva en esa rama de mi familia, es impresionante) que reunió a un mínimo segmento familiar, para ser precisos, un par de tíos en segundo grado (primos de mi madre), que tenían hijos de mi edad, lo que los haría mis primos en segundo grado, una de ellos, mi prima a la que llamaremos «Dixie» (sólo porque sí) se me insinuó descaradamente y hasta dejó un registro escrito mediante una "cartita" que aún conservo. Resulta que en la misma semana me di cuenta de que Dixie estaba en mi mismo colegio, la tentación estaba latente y cedí ante ella con total holgura: nos besamos y manoseamos descaradamente en un rincón del patio del colegio pero, antes de que fuésemos más allá, sencillamente me dejó de gustar y dejé las cosas hasta ahí (dato de color: hasta donde sé no nos hemos visto en al menos 15 años y contando).

Después de eso, recuerdo el caso de un tío en segundo grado con el que tenemos la misma edad que, solíamos juntarnos mucho de niños y hasta la adolescencia, y cuando descubrí ya entrados los 13 años lo que era la sexualidad y comencé a disfrutarla, la compartí con quien llamaremos «Nano» y cometí uno de los actos más funables de la actualidad: lo desperté sexualmente, es más, lo desperté homosexualmente (lo que prueba que no se enseña ser gay porque este chico al día de hoy es lo menos homo que hay) y es que conmigo experimentó casi de todo y aunque no le gustó nada, fuimos confidentes en muchas ocasiones de nuestras aventuras lujuriosas por varios meses, inclusive fuimos captados por su hermana, horror total. Claro que por él nunca he sentido nada, era un mero morbo sexual.

Casi al mismo tiempo, un primo hermano menor, al que llamaremos «Billy» despertó sexualmente conmigo, y nunca hubo sexo ni mucho menos sentimientos, pero me arrepiento totalmente de aquella experiencia porque después caí en el daño que había hecho y las consecuencias que eso podría tener. Nunca más hablé con Billy, ni siquiera para pedirle perdón.

Después hubo otra ocasión ya en la adolescencia en que me entrometí con un primo hermano al que llamaremos «Boby», y aunque sabía que estaba mal, ambos seguimos por curiosidad, morbo y calentura, fueron contadas ocasiones, pero aunque no había sentimiento, solo existia el morbo y era intenso, jamás hablamos de ello después de la última vez.

Y aunque me gustaría decir que eso es todo, debo admitir que hay un caso más, sorprendentemente menos grave que todos los antes mencionados. Se trata de un primo político, es decir, un primo no consanguíneo pero aquí la historia es más triste, porque si bien, con quien llamaremos «Derek» nos conocimos cuando éramos adolescentes, siempre hubo algo ahí dando vueltas, sólo que ya de adultos cedimos y lo intentamos, fue maravilloso, había sentimiento, pasión y todo marchaba bien, hasta que la relación terminó de la manera más patética con el pasar de los meses debido a mi causa, fui un idiota y prioricé mis compromisos laborales de aquel entonces, enredo que años después aclararía con él en persona y logró que quedásemos en muy buenos términos al día de hoy. Y es que Derek fue uno de mis más sentidos fracasos amorosos, a pesar de la incómoda verdad de que nuestras familias se juntaban a veces como una sola en eventos familiares.

De las cinco experiencias se puede hilar una historia, muy turbia, a decir verdad. No es de extrañar que se me pueda tildar de un maniaco sexual o de un depredador. De todas maneras, no es el objetivo vanagloriarme de ello. Es que son experiencias que, de no haberlas vivido, contarían otra historia de mí.

Este tipo de experiencias son hechos aislados dentro de mi vida personal. Pero lo cierto es que son hechos aislados en la vida de muchos otros también. No es necesario preguntar a mucha gente si han tenido experiencias cercanas con familiares, sobre todo con primos, primos cercanos inclusive. Se trata de anecdotas que nutren nuestro pasado y, como dirían por ahí, forman el carácter.

¿Aprendemos de nuestras experiencias, o esperamos olvidarlas en el fondo de nuestro baúl emocional?

En algunos casos la verdad sale a la luz cuando escuchamos a otros confesar, pero son pocos los que toman la iniciativa de confesar este tipo de experiencias. Cabe entonces cuestionarnos ¿Estamos preparados para tener esta conversación? Quizás necesitamos en el fondo mucha aprobación del entorno o saber que no somos los únicos en vivir ciertos procesos que, nos quitamos nuestra inhibición y decidimos confesar que alguna vez fuimos el placer culposo de un familiar cercano o que tal vez los tuvimos.

En nuestra sociedad actual es difícil establecer límites claros acerca de lo que podemos aceptar y lo que no. La aceptación social es cada vez más ambigua debido a que la libertad y el libertinaje están siendo vistos como una opción personal incuestionable donde hay poco o nulo espacio al excrutinio social. Sin embargo, a estas alturas, se valora mucho más la aceptación personal, independiente de si eso incluye o no un jucio de valor por parte de nosotros mismos.

En ese sentido, hay quienes en su mente tienen a un juez severo y otros un juez más indulgente. Todo depende de los valores morales interpuestos o aprendidos que tenga cada uno. Lo que sí es aceptable es que tengamos presente que ambas partes de una relación deben haber estado de acuerdo o acepttar tácitamente algún tipo de intimidad, de lo contrario, nos enfrentamos a un juicio más que severo, y es que, la experimentación y exploración están permitidos siempre y cuando exista consentimiento, de lo contrario ya pasa a ser abuso, y no queremos entrar en ese agujero.

Si tenemos claras las reglas del juego y aceptamos nuestro pasado, podemos seguir contando anécdotas de nuestras experiencias con libertad y sin inhibiciones, después de todo, se trata de una etapa, una en la que aceptamos ser un poco cuicos en pos de probar los límites naturales, sociales y morales. Tal vez, algún dia podamos tener relaciones libres de excrutinio para crecer sin tener que ocultar lo que somos y lo que hemos hecho.



A mis queridos lectores

Amaroh Hikaru Melville.

jueves, 23 de mayo de 2019

El placer de darse placer a sí msimo

Es curioso pensar que hay procesos de la adolescencia de los que cuesta desarraigarse, naturalmente uno de los más importantes es el descubrimiento sexual. Esto viene necesariamente acompañado de la tocación autoinfringida, si se tiene la privacidad suficiente, podríamos decir que hasta es valioso el quedarse con la deliciosa sensación de haberse tocado a sí mismo. La masturbación es, en ese sentido, uno de los actos sexuales más interesantes, hace explorar de manera personal, el placer, la pasión y hasta comprobar los límites de éstos dentro de un ambiente seguro y controlado.
Cabe destacar que, me he dado cuenta con los años por medio de mis amigos y de mis conocidos que la masturbación es un mundo aparte, tanto en heterosexuales como en homosexuales, polisexuales, pansexuales, etc., y es que los actos masturbatorios tienen la capacidad de abrir una gama de posibilidades explorables como el frotage, o el acto de frotarse con otra persona para provocar placer, la masturbación cruzada, que requiere de hacerlo con otra persona, pero el uno al otro, introducción de dedos en cavidades anales, masturbación con violencia autoinfringida o con infringida por otros, la masturbación con dolor físico en zonas específicas, la masturbación voyerista, la masturbación grupal, muy propia de los hombres y de los homosexuales en particular gusto sobre todo en vestidores y baños públicos, la masturbación con pornografía, fetichistas, en lugares extraños, en situaciones poco ortodoxas y así podríamos seguir párrafos y párrafos.
El tema con esto es que, algo compartido con muchos de mis cercanos es la permanencia de ésta practica en general. La masturbación masculina y femenina es, para mi mundo actualmente adulto, una realidad, es opción y en algunos casos, un estilo de vida.
No es que me llame la atención por ser malo ni mucho menos, al contrario, el que se sepan estas cosas es un avance para derribar muchos tabúes con respecto a la sexualidad en general y con la masturbación en particular.
En mi caso, estando o no en pareja, cuyo último caso no ha sido hace ya bastante, siempre ha estado presente la masturbación a modo personal, pero lo interesante es que, suelo practicar masturbación en pareja y sentir mejores experiencias sensoriales que con la penetración. En el sexo, diré que hasta cierto punto el sexo oral me hastía un poco, pero la masturbación es un tema que no llega a hostigarme por ningún motivo.
Realmente la razón de esto la desconozco, pero me tranquiliza un poco el hecho de saber que no soy el único que siente este tipo de sensaciones con la sexualidad.
Dicho sea de paso que, la masturbación no quita el hecho de que muchas veces sienta unas ganas salvajes de penetrar o de hacer, o que me hagan sexo oral, pero sí es cierto que muchas veces he preferido una masturbada bien hecha que un sexo poco satisfactorio, y supongo más de alguno estará de acuerdo conmigo en ese punto.
Hasta el momento, sólo tres parejas han compartido conmigo esa conexión sexual referente a la masturbación y la hemos llevado a límites interesantes, sin embargo, también es importante señalar que las tres parejas mencionadas han sido hombres, y cabe destacar ello debido a que al conocer nuestros cuerpos y tener las mismas debilidades por este tipo de actos hacen que la experiencia sea más placentera. En todo caso, esta información estará sujeta a confirmación, si llegase a conocer a la chica que me demuestre lo contrario deberé retractarme, mientras tanto, seguiré masturbándome con chicos que, al igual que yo disfrutan de tal acto tan característico de la adolescencia.
Mi invitación es a explorar esto y llevarlo a sus propios límites.


A mis queridos lectores,


Amaroh Hikaru Melville

Necesitaba Paz

A mis 28 años, me siento de una manera difícil de explicar, pero de igual manera lo intentaré hacer.
Mi vida sexual ha pasado a segundo plano desde hace ya varios meses, lamentablemente no por cansancio físico. Es ya el cansancio mental el que me aqueja. Han sido días duros, y hablo de días porque día tras día durante todos estos meses he tenido que lidiar con el peso de mis propias acciones, de mis propios comentarios, de mi propia imaginación y de mi propia mentalidad.
Haciendo un análisis, creo que lo más duro es ver cómo mi entorno se ha transformado. Todo ha mutado de manera vertiginosa y tal parece que no hay vuelta atrás, ha cambiado mi manera de relacionarme con la gente, mi manera de congregarme con la mima, la manera en cómo me presento al mundo y la forma en que abordo a los nuevos rostros.
Me he vuelto cauteloso, pero no de lo que puedan descubrir sino de lo que pueda volver a hacer. Tengo miedo de repetir los malos actos, los falsos discursos y las malas prácticas. He dejado en el pasado mis tiempos de chico popular por las razones equivocadas. No hay manera de remediar a corto y mediano plazo el daño causado no sólo al resto y a los involucrados sino a mí mismo.
Me ha tocado enfrentar distintas huestes pero ésta ha sido la más cruenta de todas, la más infame y la provoqué yo mismo. Logré lo que mi yo fantasioso siempre anheló, se convirtió en protagonista de una historia digna de Hollywood y a la vez en el villano, de esas pocas historias en las que el villano es protagonista, sin necesariamente ser un antihéroe. Logré lo que no quería, alejar a la gente que amo y que amé, los escogí con pinzas para mí, les hice un espacio dentro de mí y los perdí por mí mismo. Se cumplió lo que temía pero que a la vez quería, quería que alguien hiciese el trabajo sucio conmigo, ese que yo no fui capaz de hacer por mi cuenta, en gran parte porque no quise. Vi soledad porque yo me la busqué y sentí el apoyo medianamente a regañadientes de quienes juraron apoyarme sólo por el compromiso de aquello mismo. Aún así, después de todo, no fue tan malo verme sólo, y es que preferí aislarme y me terminó gustando. Ya que si bien, amo la compañía de mis amigos y de los que amo, disfruté mucho estando solo, y aunque me sentí egoísta, no sentí bajo ninguna medida remordimiento por ello, por primera vez estaba siendo egoísta para cuidarme a mí, para ver por mí y no por ni para el resto o alguien más, creo que eso es un avance.
Estoy en terapia y estamos indagando en mi adolescencia lo que parece ser una serie de traumas que mi psicóloga llama "castraciones", siento placer evocar esa época y en cierta medida me hace sentido cuando me dice que me abandoné a los 17 años. Cada vez hemos ido atando más cabos sueltos sobre aquello mismo. La tarea es bien clara, debo seguir conociéndome y dejar de ser algo que no soy, dejar de aparentar, dejar de dar discursos falsos, dejar de mostrar una imagen errónea de mí mismo para agradar a gente que no me interesa sólo por el hecho de sentirme aceptado, y creo que eso mismo he estado trabajando: el aceptarme primero sin esperar que el resto lo haga.
Por primera vez me estoy volcando hacia mí y no hacia el resto, y sentí paz.
Sentí paz.
Por primera vez en once años sentí paz interior, paz conmigo mismo, paz en mi Ser. Realmente estoy haciendo un trabajo espectacular con estos descubrimientos que me regala mi trabajo personal, y me gusta, me da paz. No siento esa ansiedad por mantener una imagen, porque ya no es necesario. No es necesario interpretarme como un Ser de tal o cual forma, sino mostrarme como el Ser que soy.
Muchas veces pensé en qué haría si encontraba paz en mi interior, y debe ser que veía tan lejana esa posibilidad que veía la muerte a este sello personal de autodescubrimiento. Siempre pensé que si llegaba a encontrar, más que la felicidad, la paz interior estaría listo para morir, pero resulta que para ello hace mucho tiempo que he estado listo, sin embargo, no siento la necesidad de quitarme la vida como creí que haría si llegaba a esto.
Quizás lo haga, pero no creo que sea luego, al menos no siento esa necesidad. Y no necesariamente por la cantidad de proyectos que tenga o porque tengo mucho por vivir ni ninguna de esas mamonerías baratas. La verdadera razón para no matarme es que tengo asuntos pendientes aquí aún. Quizás qué suceda si llego a ponerlas en orden, no lo sé aún pero, digámoslo así: hace un tiempo atrás pensé que si encontraba la paz me iba a quitar la vida, ahora esa condición ha cambiado a que si llego poner mis cosas en orden lo haré, pero no lo sabré hasta llegar a ese punto.
De todas maneras, para ello queda mucho, falta mucho dinero y recursos para llegar al punto de la paz completa.
En este momento estoy gozando de autodescubrirme, de encontrarme interesante, de no subestimarme, de mirarme fijamente y decirme que soy capaz de lo que me proponga, de conocer cada vez mejor mis capacidades, límites, habilidades y debilidades. Estoy disfrutando de ser yo mismo conmigo mismo.
Por lo pronto, lo único que puedo decir es que necesitaba mucha paz y la he ido encontrando de a poco, y me gusta.
Lectores: busquen la paz en ustedes mismos, no en el resto, no en las absurdas fantasías que sus cabezas puedan otorgarles, no busquen en otros lados lo que en sus interiores pueden ofrecer de tan bella manera. El poder de la mente es fuerte pero no en sentido espiritual, sino de manera real, usen ese poder para lograr grandes cosas con sus realidades concretas y no con fantasías de ustedes mismos.

A mis queridos lectores,

Amaroh Hikaru Melville.

jueves, 1 de noviembre de 2018

¿Qué pasaría sí?

Sucede que después de diez años me empezó a gustar una chica, después de diez años de haber asumido como gay, lo que en suma medida era raro, me hizo cuestionarme acerca de lo que puedo estar sintiendo, acaso soy ¿Polixesual? ¿Antrosexual? ¿Bisexual? En un determinado momento me pregunté acerca de las diferentes sexualidades que existen, entonces me consulté con amigos héteros y gays respecto del tema. Sus respuestas, por supuesto, fueron políticamente correctas, ya lo vaticinaba la serie Estadounidense South Park, la tropa PC (Políticamente Correcto) se hacía presente, y me agradó. "Da lo mismo con quién estés, mientras seas feliz" me dijeron. Es raro, hace unos años atrás eso era objeto de estudio y de colapso mental. Entonces me pregunté ¿Uno tiene su sexualidad definida con los años? ¿Se trata de seguir conociéndote una y otra vez? ¿Puedes cambiar? ¿Los traumas de asumir algo están presente?
Lo primero que pensé fue que estaba cambiando, que todo era raro. Como me encontraba en una fase depresiva de toque médico, decidí dejar que las cosas "fluyeran" de tal modo de disfrutar el momento. Aquello funcionó muy bien, pero  me daba vueltas inevitablemente el hecho de que estuviera con una chica en circunstancias de que supuestamente me gustaban los chicos.
Vamos por parte. En primera instancia, siempre me gustaron las chicas, netamente por una cuestión social: "los chicos deben estar con las chicas", y desde ese punto de vista, perdí mi virginidad con una chica, luego decidí asumir que me gustaban ciertos chicos de mi misma edad y que aquellos 'juegos' sólo eran una excusa para explorar el cuerpo que deseaba. Años más tarde asumí que me gustaban los chicos, claramente sin desechar la idea de que me gustaban las chicas, entonces me declare como "bixesual" ante el mundo, por un par de años, hasta que, en un cierto momento noté que la chica con la que había empezado una relación no me excitaba. Aquello fue muy fuerte para mí. Fue un largo proceso para asumir, después de años, que no me gustaban los chicos. Pero quién se iba a imaginar que nueve años más tarde, una chica me haría sentir "mariposas en el estómago, que me haría excitar como un chico, y es más, que una chica me provocara cosas como un chico.
En este marco de redescubrimiento decidí dejar que todo suceda y entregué el "control remoto de mi vida" como dijo Pilar Sordo, a una persona (chico o chica) que me hiciera sentir completo. El tema es que era una chica. Eso estaba mal.
A pesar de todo ello, seguí adelante, me pregunté si acaso aquello que sentía era una fase, por lo que decidí meterme con cuanto chico se me puso por delante, y dio sus frutos. Esas relaciones eran buenas, sexualmente hablando. Pero el espacio que llenaba esta chica no lo llenaba cualquiera. Naturalmente, acudí a mi terapeuta, quién me aconsejó disfrutar del momento, cosa que ya estaba haciendo. En ese contexto, sólo seguí dando cabida al sentir del momento hasta que, en algún determinado lugar, en diferentes situaciones, mis amigos más cercanos se dieron cuenta o se enteraron de ésta nueva incursión. Aquello los descolocó, de hecho, a la fecha aún hay quienes dudan de la existencia de la chica, aunque no quieran decirlo, se siente.
En cuyo caso, el asunto es que sus respuestas son siempre "PC" y sus frases rondan en torno a la felicidad. Felicidad que logro con ésta chica.
Es raro, porque decidí buscar respuestas y sólo recibí elogios. En este sentido, si bien se valora la inclusión sexual de cada uno, está el inherente deseo de querer aclarar el panorama con quienes quieres.
Mis amigos héteros dicen que puede tratarse de una fase, lo que se traduce en un "Sé que eres fleto pero me gusta esta etapa 'no fleta' de tu vida" Sin embargo, mis amigos colas dicen que es una "recaída· y es que lo toman como si fuese una etapa o una fase que pasar para darte cuenta de que debes ser orgulloso de ser gay,
Uno se cuestiona, habiendo más de veinte sexualidades por conocer, cómo encasillarse en una cuando creías que te conocías pero resulta que no.
Terminas por creerle a la multitud y asumir que se trata de una etapa, como si ser gay se tratase de una enfermedad y me estuviese rehabilitando de ello.
La vida paree una caja de Pandora, si la abres, verás un mundo de caos y de inseguridades. O es que se trata de muchos Doctor Strange que  ven más de catorce millones de universos en los cuales me gustan las chicas.
Traté de averiguar, y hay dos posibilidades, que sea polisexual o antrosecual. Ambas son raras, pero dignas de estudio.
Todo esto se derrumba cuando me acuerdo de mi amigo Perito, quién desde Canadá me contaba que ese tipo de discusiones o "problemas" no tratan de la vida diaria. Que uno es sólo persona y da lo mismo qué te guste y qué no.
En ese contexto, uno se siente más tranquilo y disfruta más la vida. Hecho que no quita que se piense en quién le gustas, si estás siendo coqueto o si debes mirar a un lado o al otro.
De todas maneras, sigue siendo un misterio aún. Ya que lo que sucede en el mundo exterior excede a los sueños y a los cuestionarios.
Al final, lo único que importa es si uno está feliz o no. Y ello es más importante que segregarnos por nuestros gustos o tendencias.


A mis queridos lectores,

Amaroh Hikaru Melville

sábado, 4 de febrero de 2017

Si no te puedo tener...

Ha pasado tiempo, sin embargo, he tenido una gran cantidad de temas que me gustaría hablar. No se confunda por el nombre de la nueva entrada, es más sexual de lo que parece. Y es que volver a escribir después de tanto tiempo, obliga a hacerlo con un texto impactante.
Me encontraba solo en mi cama, y sentía ganas de placer, pero no tenía mucha imaginación en ese momento, y lo que se hace en esos casos es desbloquear el celular o abrir el computador y hacer un ciber zapping en las principales páginas de pornografía (gratis, obviamente) hasta conseguir una erección decente para proceder a la auto estimulación, tan propia de la adolescencia (y es que a mis 25 años sigo siendo un adolescente) y también parte de un ritual masculino cada vez menos Tabú en nuestra sociedad occidental.
Al tiempo de esta rutina, comencé a distinguir un patrón estimulante que me lleva a elegir entre uno u otro video, así como su longitud. Me di cuenta de que gran parte de mi poder de decisión en los videos tiene que ver con el aspecto físico de los participantes. No me interesa el contenido, si hay una problemática de por medio, poco me importa, si dura tres minutos o veinte, poco me importa también. Puede sonar bastante superficial, pero es el físico de los actores lo que detona la decisión de ver o no el video. Incluso, me he llegado a armar un plan: si el primero que elijo es corto, debo elegir otros más de inmediato y dejarlos cargando, para así, cuando termine de ver el primero, comience con el otro y así hasta acabar. Después de entender eso, me comencé a preguntar ¿cuál es el motivo por el cual se elige, en general por una película pornográfica? y si ¿es acaso el único motivo, el físico, para elegir el material? Naturalmente, utilicé a mis amigos para este experimento.
Es conocido que tengo bastantes amigos heterosexuales y pocos amigos homosexuales, pero tengo en memoria bastantes conversaciones de este tema con ex parejas. De todos ellos, he desprendido varias impresiones, no puedo decir que exista un tópico hetero o uno homo, varían según la persona, lo que hace bastante interesante el experimento porque, si bien, la imaginación dejaría concluir que los hombres heterosexuales se fijan en películas pornográficas, más que videos, es realmente variado. Hay quienes prefieren una película, hay quienes prefieren videos, existen los que su motivación es el tema; como mifls; teen; school, para otros, la motivación es la temática; como la alumna que reprueba; el sargento; el gásfiter; dos amigos jugando Play Station, así como para otros, es quien protagoniza el video, para otros, la longitud del video, o la actriz, o el actor, a veces el lugar o la cantidad de vello corporal de los participantes o la situación.
Para hablar de estadísticas globales de búsquedas pornográficas mejor dejamos a Porn Hub hablar de ello. Yo prefiero centrarme en los trastornos que les hacen elegir una u otra. Por ejemplo, ¿acaso los que eligen twinks es porque quieren acostarse con un/a jovencillo/a? O ¿es posible que quienes eligen milf o daddys quieren en el fondo hacerlo con el papá sexy de su mejor amiga? Y es que siendo bastante sincero, no me sentiría cómodo con el papá de nadie pero no me molestaría estar con el hermano menor y eso me lleva a elegir twink en vez de daddy en el ciber porno.
Quizás todos tenemos un ideal y enfrentarnos con una realidad que no se parece a lo que queremos nos hace imaginar que tenemos sexo con una figura "perfecta" y es que este tipo de elecciones responde más a una evidente carencia de autoestima o temor por no enfrentarse a la vida y conseguirlo por uno mismo en el instante en que se desea.
Hay casos en que los gustos son variados y las búsquedas responden al tipo de calentura que haya tenido últimamente y así satisfacerla. En esos casos es claramente una necesidad de suplir un estímulo visual o sensorial de manera sencilla.
El hecho de que los hombres nos masturbemos en exceso sorprende cuando se habla en grupo pero poco a poco se asume normalidad en el tema. Sin embargo, tienden a surgir curuosidades como la inminente necesidad de autosatisfacerse más de una vez al día todos los días en diferentes situaciones y sin importar si se ha tenido sexo o no. A este hecho no le he podido encontrar respuesta pero me hace pensar que no sea necesaria aunque me niego a la incipiente respuesta de decir que es porque "somos hombres" algo banal e insuficiente para mi curiosidad mental.
Otro asunto sin resolver es la naciente y creciente práctica de la masturbación grupal con conocidos o desconocidos en lugares públicos o privados. Es interés de heterosexuales como homosexuales y bisexuales y no responde a estímulos generales y al parecer hay harto que investigar al respecto, existen grados, es decir, los hay quienes aprovechan una oportunidad, quienes las buscan y quienes las generan y así se alimenta el morbo, sin descuidar el grupo de los que miran. Esos que nos dejan vídeos de ellos masturbándose escondidos mientras otros dos (o más) lo hacen. Como dije, hay que investigar más y dará para otra entrada.
Mujeres que ven porno parece un tema nuevo y considerando que ya se sabe que algunas se masturban a la par que nosotros, no nos debería extrañar que elijan temas que sean relativamente parecidos a los nuestros, y es que la longitud del pene no es el único filtro. Está la temática, el contexto y lo que más les gusta al parecer, la trama. La penetración misma no parece tan satisfactoria para la mayoría de mi experimento e incluso prefieren comprarse un consolador que ver porno.
Conocidas con consolodores hay varias y los sex shop lo agradecen y es que el porno con consoladords ha proliferado y se ve que hay un gran público para ello.
Me pregunté si acaso buscan satusfacer lo que necesitan y la respuesta es no.
Una vez más hombres y mujeres comparten afinidades como la de satisfacerse porque sí y pareciera que la gran diferencia está en la elección de la temática más que en los géneros porno.
Sin duda es un tema que da para más pero por ahora los dejo con la libre interpretación y son libres de comentar.


A mis queridos lectores,

Amaroh Hikaru Melville