jueves, 23 de mayo de 2019

El placer de darse placer a sí msimo

Es curioso pensar que hay procesos de la adolescencia de los que cuesta desarraigarse, naturalmente uno de los más importantes es el descubrimiento sexual. Esto viene necesariamente acompañado de la tocación autoinfringida, si se tiene la privacidad suficiente, podríamos decir que hasta es valioso el quedarse con la deliciosa sensación de haberse tocado a sí mismo. La masturbación es, en ese sentido, uno de los actos sexuales más interesantes, hace explorar de manera personal, el placer, la pasión y hasta comprobar los límites de éstos dentro de un ambiente seguro y controlado.
Cabe destacar que, me he dado cuenta con los años por medio de mis amigos y de mis conocidos que la masturbación es un mundo aparte, tanto en heterosexuales como en homosexuales, polisexuales, pansexuales, etc., y es que los actos masturbatorios tienen la capacidad de abrir una gama de posibilidades explorables como el frotage, o el acto de frotarse con otra persona para provocar placer, la masturbación cruzada, que requiere de hacerlo con otra persona, pero el uno al otro, introducción de dedos en cavidades anales, masturbación con violencia autoinfringida o con infringida por otros, la masturbación con dolor físico en zonas específicas, la masturbación voyerista, la masturbación grupal, muy propia de los hombres y de los homosexuales en particular gusto sobre todo en vestidores y baños públicos, la masturbación con pornografía, fetichistas, en lugares extraños, en situaciones poco ortodoxas y así podríamos seguir párrafos y párrafos.
El tema con esto es que, algo compartido con muchos de mis cercanos es la permanencia de ésta practica en general. La masturbación masculina y femenina es, para mi mundo actualmente adulto, una realidad, es opción y en algunos casos, un estilo de vida.
No es que me llame la atención por ser malo ni mucho menos, al contrario, el que se sepan estas cosas es un avance para derribar muchos tabúes con respecto a la sexualidad en general y con la masturbación en particular.
En mi caso, estando o no en pareja, cuyo último caso no ha sido hace ya bastante, siempre ha estado presente la masturbación a modo personal, pero lo interesante es que, suelo practicar masturbación en pareja y sentir mejores experiencias sensoriales que con la penetración. En el sexo, diré que hasta cierto punto el sexo oral me hastía un poco, pero la masturbación es un tema que no llega a hostigarme por ningún motivo.
Realmente la razón de esto la desconozco, pero me tranquiliza un poco el hecho de saber que no soy el único que siente este tipo de sensaciones con la sexualidad.
Dicho sea de paso que, la masturbación no quita el hecho de que muchas veces sienta unas ganas salvajes de penetrar o de hacer, o que me hagan sexo oral, pero sí es cierto que muchas veces he preferido una masturbada bien hecha que un sexo poco satisfactorio, y supongo más de alguno estará de acuerdo conmigo en ese punto.
Hasta el momento, sólo tres parejas han compartido conmigo esa conexión sexual referente a la masturbación y la hemos llevado a límites interesantes, sin embargo, también es importante señalar que las tres parejas mencionadas han sido hombres, y cabe destacar ello debido a que al conocer nuestros cuerpos y tener las mismas debilidades por este tipo de actos hacen que la experiencia sea más placentera. En todo caso, esta información estará sujeta a confirmación, si llegase a conocer a la chica que me demuestre lo contrario deberé retractarme, mientras tanto, seguiré masturbándome con chicos que, al igual que yo disfrutan de tal acto tan característico de la adolescencia.
Mi invitación es a explorar esto y llevarlo a sus propios límites.


A mis queridos lectores,


Amaroh Hikaru Melville

Necesitaba Paz

A mis 28 años, me siento de una manera difícil de explicar, pero de igual manera lo intentaré hacer.
Mi vida sexual ha pasado a segundo plano desde hace ya varios meses, lamentablemente no por cansancio físico. Es ya el cansancio mental el que me aqueja. Han sido días duros, y hablo de días porque día tras día durante todos estos meses he tenido que lidiar con el peso de mis propias acciones, de mis propios comentarios, de mi propia imaginación y de mi propia mentalidad.
Haciendo un análisis, creo que lo más duro es ver cómo mi entorno se ha transformado. Todo ha mutado de manera vertiginosa y tal parece que no hay vuelta atrás, ha cambiado mi manera de relacionarme con la gente, mi manera de congregarme con la mima, la manera en cómo me presento al mundo y la forma en que abordo a los nuevos rostros.
Me he vuelto cauteloso, pero no de lo que puedan descubrir sino de lo que pueda volver a hacer. Tengo miedo de repetir los malos actos, los falsos discursos y las malas prácticas. He dejado en el pasado mis tiempos de chico popular por las razones equivocadas. No hay manera de remediar a corto y mediano plazo el daño causado no sólo al resto y a los involucrados sino a mí mismo.
Me ha tocado enfrentar distintas huestes pero ésta ha sido la más cruenta de todas, la más infame y la provoqué yo mismo. Logré lo que mi yo fantasioso siempre anheló, se convirtió en protagonista de una historia digna de Hollywood y a la vez en el villano, de esas pocas historias en las que el villano es protagonista, sin necesariamente ser un antihéroe. Logré lo que no quería, alejar a la gente que amo y que amé, los escogí con pinzas para mí, les hice un espacio dentro de mí y los perdí por mí mismo. Se cumplió lo que temía pero que a la vez quería, quería que alguien hiciese el trabajo sucio conmigo, ese que yo no fui capaz de hacer por mi cuenta, en gran parte porque no quise. Vi soledad porque yo me la busqué y sentí el apoyo medianamente a regañadientes de quienes juraron apoyarme sólo por el compromiso de aquello mismo. Aún así, después de todo, no fue tan malo verme sólo, y es que preferí aislarme y me terminó gustando. Ya que si bien, amo la compañía de mis amigos y de los que amo, disfruté mucho estando solo, y aunque me sentí egoísta, no sentí bajo ninguna medida remordimiento por ello, por primera vez estaba siendo egoísta para cuidarme a mí, para ver por mí y no por ni para el resto o alguien más, creo que eso es un avance.
Estoy en terapia y estamos indagando en mi adolescencia lo que parece ser una serie de traumas que mi psicóloga llama "castraciones", siento placer evocar esa época y en cierta medida me hace sentido cuando me dice que me abandoné a los 17 años. Cada vez hemos ido atando más cabos sueltos sobre aquello mismo. La tarea es bien clara, debo seguir conociéndome y dejar de ser algo que no soy, dejar de aparentar, dejar de dar discursos falsos, dejar de mostrar una imagen errónea de mí mismo para agradar a gente que no me interesa sólo por el hecho de sentirme aceptado, y creo que eso mismo he estado trabajando: el aceptarme primero sin esperar que el resto lo haga.
Por primera vez me estoy volcando hacia mí y no hacia el resto, y sentí paz.
Sentí paz.
Por primera vez en once años sentí paz interior, paz conmigo mismo, paz en mi Ser. Realmente estoy haciendo un trabajo espectacular con estos descubrimientos que me regala mi trabajo personal, y me gusta, me da paz. No siento esa ansiedad por mantener una imagen, porque ya no es necesario. No es necesario interpretarme como un Ser de tal o cual forma, sino mostrarme como el Ser que soy.
Muchas veces pensé en qué haría si encontraba paz en mi interior, y debe ser que veía tan lejana esa posibilidad que veía la muerte a este sello personal de autodescubrimiento. Siempre pensé que si llegaba a encontrar, más que la felicidad, la paz interior estaría listo para morir, pero resulta que para ello hace mucho tiempo que he estado listo, sin embargo, no siento la necesidad de quitarme la vida como creí que haría si llegaba a esto.
Quizás lo haga, pero no creo que sea luego, al menos no siento esa necesidad. Y no necesariamente por la cantidad de proyectos que tenga o porque tengo mucho por vivir ni ninguna de esas mamonerías baratas. La verdadera razón para no matarme es que tengo asuntos pendientes aquí aún. Quizás qué suceda si llego a ponerlas en orden, no lo sé aún pero, digámoslo así: hace un tiempo atrás pensé que si encontraba la paz me iba a quitar la vida, ahora esa condición ha cambiado a que si llego poner mis cosas en orden lo haré, pero no lo sabré hasta llegar a ese punto.
De todas maneras, para ello queda mucho, falta mucho dinero y recursos para llegar al punto de la paz completa.
En este momento estoy gozando de autodescubrirme, de encontrarme interesante, de no subestimarme, de mirarme fijamente y decirme que soy capaz de lo que me proponga, de conocer cada vez mejor mis capacidades, límites, habilidades y debilidades. Estoy disfrutando de ser yo mismo conmigo mismo.
Por lo pronto, lo único que puedo decir es que necesitaba mucha paz y la he ido encontrando de a poco, y me gusta.
Lectores: busquen la paz en ustedes mismos, no en el resto, no en las absurdas fantasías que sus cabezas puedan otorgarles, no busquen en otros lados lo que en sus interiores pueden ofrecer de tan bella manera. El poder de la mente es fuerte pero no en sentido espiritual, sino de manera real, usen ese poder para lograr grandes cosas con sus realidades concretas y no con fantasías de ustedes mismos.

A mis queridos lectores,

Amaroh Hikaru Melville.