Lo primero que pensé fue que estaba cambiando, que todo era raro. Como me encontraba en una fase depresiva de toque médico, decidí dejar que las cosas "fluyeran" de tal modo de disfrutar el momento. Aquello funcionó muy bien, pero me daba vueltas inevitablemente el hecho de que estuviera con una chica en circunstancias de que supuestamente me gustaban los chicos.
Vamos por parte. En primera instancia, siempre me gustaron las chicas, netamente por una cuestión social: "los chicos deben estar con las chicas", y desde ese punto de vista, perdí mi virginidad con una chica, luego decidí asumir que me gustaban ciertos chicos de mi misma edad y que aquellos 'juegos' sólo eran una excusa para explorar el cuerpo que deseaba. Años más tarde asumí que me gustaban los chicos, claramente sin desechar la idea de que me gustaban las chicas, entonces me declare como "bixesual" ante el mundo, por un par de años, hasta que, en un cierto momento noté que la chica con la que había empezado una relación no me excitaba. Aquello fue muy fuerte para mí. Fue un largo proceso para asumir, después de años, que no me gustaban los chicos. Pero quién se iba a imaginar que nueve años más tarde, una chica me haría sentir "mariposas en el estómago, que me haría excitar como un chico, y es más, que una chica me provocara cosas como un chico.
En este marco de redescubrimiento decidí dejar que todo suceda y entregué el "control remoto de mi vida" como dijo Pilar Sordo, a una persona (chico o chica) que me hiciera sentir completo. El tema es que era una chica. Eso estaba mal.
A pesar de todo ello, seguí adelante, me pregunté si acaso aquello que sentía era una fase, por lo que decidí meterme con cuanto chico se me puso por delante, y dio sus frutos. Esas relaciones eran buenas, sexualmente hablando. Pero el espacio que llenaba esta chica no lo llenaba cualquiera. Naturalmente, acudí a mi terapeuta, quién me aconsejó disfrutar del momento, cosa que ya estaba haciendo. En ese contexto, sólo seguí dando cabida al sentir del momento hasta que, en algún determinado lugar, en diferentes situaciones, mis amigos más cercanos se dieron cuenta o se enteraron de ésta nueva incursión. Aquello los descolocó, de hecho, a la fecha aún hay quienes dudan de la existencia de la chica, aunque no quieran decirlo, se siente.
En cuyo caso, el asunto es que sus respuestas son siempre "PC" y sus frases rondan en torno a la felicidad. Felicidad que logro con ésta chica.
Es raro, porque decidí buscar respuestas y sólo recibí elogios. En este sentido, si bien se valora la inclusión sexual de cada uno, está el inherente deseo de querer aclarar el panorama con quienes quieres.
Mis amigos héteros dicen que puede tratarse de una fase, lo que se traduce en un "Sé que eres fleto pero me gusta esta etapa 'no fleta' de tu vida" Sin embargo, mis amigos colas dicen que es una "recaída· y es que lo toman como si fuese una etapa o una fase que pasar para darte cuenta de que debes ser orgulloso de ser gay,
Uno se cuestiona, habiendo más de veinte sexualidades por conocer, cómo encasillarse en una cuando creías que te conocías pero resulta que no.
Terminas por creerle a la multitud y asumir que se trata de una etapa, como si ser gay se tratase de una enfermedad y me estuviese rehabilitando de ello.
La vida paree una caja de Pandora, si la abres, verás un mundo de caos y de inseguridades. O es que se trata de muchos Doctor Strange que ven más de catorce millones de universos en los cuales me gustan las chicas.
Traté de averiguar, y hay dos posibilidades, que sea polisexual o antrosecual. Ambas son raras, pero dignas de estudio.
Todo esto se derrumba cuando me acuerdo de mi amigo Perito, quién desde Canadá me contaba que ese tipo de discusiones o "problemas" no tratan de la vida diaria. Que uno es sólo persona y da lo mismo qué te guste y qué no.
En ese contexto, uno se siente más tranquilo y disfruta más la vida. Hecho que no quita que se piense en quién le gustas, si estás siendo coqueto o si debes mirar a un lado o al otro.
De todas maneras, sigue siendo un misterio aún. Ya que lo que sucede en el mundo exterior excede a los sueños y a los cuestionarios.
Al final, lo único que importa es si uno está feliz o no. Y ello es más importante que segregarnos por nuestros gustos o tendencias.
A mis queridos lectores,
Amaroh Hikaru Melville