Sucede que tengo un prototipo de hombre en mi
cabeza, Pilar Sordo lo traduciría como la manifestación de mi pensamiento
femenino (“Viva la Diferencia!”), donde mi idea de hombre ideal para mí compite
con los hombres reales que tengo en frente de mí y eso hace mi vida más infeliz
cuando estoy o no con alguien, y es que mi prototipo de hombre ideal no se
asemeja a mis novios y los que sí, bueno pues, ya están ocupados o simplemente
son unos putos. Esto me hizo pensar, ¿qué pasa con los hombres gay? ¿Acaso no
se puede disfrutar de una relación perfecta con un hombre perfecto? Fue
entonces, que reflexioné en torno a lo
que pasa cuando crees encontrar tu tipo de hombre y los sueños rotos.
Sucedió que hace un par de días encontré a mi
lado un chico, parecía de mi edad, sólo que era perfecto para mí, el porte
ideal, cabello claro y tez blanca, facciones finas pero masculinas, imberbe,
delgado pero con cuerpo, con buen gusto para vertirse y peinarse, con una
mirada tierna y labios deseables, sostenía su pene y yo el mío, nos miramos y
con un gesto me invitó a que consumáramos nuestros deseos sexuales, a lo que me
hice el desentendido y me fui a lavar las manos mientras de reojo miraba como
el chico se seguía manoseando su ahora erecto pene esperando a que me
devolviera a besarle y a penas salí del baño sentía que había cometido el peor
error de mi vida, pues en el chico ese encontré todo lo que yo estaba buscando
en un hombre, incluso la invitación descarada, que me decía que es tan
desinhibido como yo para sus cosas, y es hermoso en verdad. Pero me alejé, ¿por
qué? Ni yo logro entenderlo aún, es como raro esto, siempre disfruté del sexo
casual en cualquier parte y ahora lo rechacé sin culpa alguna y aún así me
quejo de no tener sexo. Tal vez estoy entrando en una etapa en que el sexo por
sexo no me llama la atención y eso me asusta, me hace pensar qué he hecho de mí
para llegar a esto. Y es que ni siquiera me he dedicado a buscar a mi hombre
ideal, sólo espero (inconscientemente) a que aparezca en frente de mí y me dé
un beso y seamos felices, pero, ¿eso llegará a ocurrir? Y si llegase a ocurrir,
no llegará el hombre 100% perfecto para mí, puesto que yo busco a algún pasivo
y generalmente los que se atreven como yo espero son activos como yo, o
simplemente son pasivos o muy mujeres o muy lejos de lo que yo busco en un
hombre, o ambas.
Lejos está de mí ya el sexo obtenido por teléfono,
por chat, por ciber, por discos, con gente que no conozco y que tal vez no
vuelva a ver nunca más y que ni me importe su nombre el cual no recuerdo. Pero,
es eso mismo lo que precisamente me ha alejado de mi hombre ideal, pues, sólo
con estas actitudes he logrado conseguir a hombres como yo: que buscan sexo por
un rato, y los hombres que me han logrado llevar a las manifestaciones más
puras del sentimiento sagrado, son equivocados en mi vida, lo que deprime, pues
es como si fueran de paso por mi tiempo histórico y se hacen parte de un hito
destacado en un pasado de hombres. Y es que, últimamente los hombres ideales que
me he encontrado en la micro, en el metro, en la calle, en el trabajo, en la
universidad, son hombres a los que añoro besar y no follar (por lo menos, no de
buenas a primeras) o que me contentaría si me mirasen de la misma forma que yo
lo hago hacia ellos.
Y finalmente está la parte rompecorazones que
está el factor pololo que es cuando a mi chico ideal se le aparece su pololo y
me lo refriega en la cara, el factor polola, que es aún peor, porque ahora es
menos alcanzable para mi, o el factor tiempo-espacio como cuando me toca o él
bajarse de la micro o el vagón y ni siquiera me dedica una mirada, o bien, me
la dedica pero ya es demasiado tarde, pues ya está lejos de mí y aunque corra
tras él no se bajará a besarme.
Frente a eso, el sexo de consuelo es menos
gratificante que la masturbación imaginativa, pues aunque la experiencia de la
auto complacencia sea superada por el sexo, la mente tiene ese poder de hacer
que cierres los ojos y por un segundo poses su cara frente a la tuya, esa cara
de hombre ideal que es tan esquiva y que no volverás a ver hasta que otra igual
o mejor te vuelva a romper el corazón, pues bien, el sexo casual y el sexo por
complacencia ya no están en mi lista al parecer, por lo que sólo me queda
resignarme a seguir esperando a que mi hombre ideal venga a tocar a mi puerta
para besarme apasionadamente y seamos felices.
A mis queridos lectores,
Amaroh Hikaru Melville