La sexualidad activa y promiscua siempre es buena con un buen capital financiero que logre cumplir tus expectativas de sexo continuo comprando condones al por mayor.
Pero, ¿qué pasa cuando luego de una adolescencia llena de promiscuidad al más puro estilo del látex lubricado y llena de test de VIH se derrumba ante el amor que jamás usó condón al tener sexo? Ese tipo de cosas no suelen preguntarse en la primera cita y luego de un tiempo juntos, cuando descubres que esa persona es el amor de tu vida y decides no usar más preservativos con aquella, y entonces descubres que jamás se cuidó al tener sexo con todos quienes se acostó: surge el miedo.
Lo más frecuente es autoperseguirse con tormentosas imágenes de tu pareja teniendo sexo con antiguas relaciones tratando de imaginar que al igual que a ti, al resto también les tocó y se acostó con ellos sin preservativo alguno. También te sientes sucio, te invade un sentimiento de repulsión natural al pensar en todas aquellas vaginas, penes y anos que ese órgano que deseas tanto tocar ha estado expuesto antes de estar contigo, y es mas, no dejarás que tu pareja te toque por el simple asco que te produce esa idea.
Y, ¿qué se hace?, ¿se corre a hacerse un examen de sangre para comprobar que con quien te acuestas hace un tiempo está limpio, o decides esperar a un tiempo prudente para el examen sea más certero pero aún así viviendo con el temor de si “me habrá pegado algo…”?
Independiente de si el sexo es bueno en la relación, es válido sentir temor ante ésta incómoda situación. Además, puede existir un agravante: ¿qué pasa cuando tu pareja, la que jamás ha usado un condón en su vida al tener sexo con otras personas, tampoco le interesa el tema y no entiende tu temor? Te sientes abandonado, incomprendido, confundido, te cuestionas si seguir con esa persona y correr el riesgo de que así como no le interesa esa preocupación tuya, es probable que no le interesen otras futuras que para ti sí son importantes y merecen el foco de atención de ambos.
Y luego vienen los problemas: no quieres verle, no duermes tranquilo, y si vuelves a retomar el sexo con la pareja se vuelve despojado del placer completo y pones tu mejor cara de póker para de alguna manera decirle a tu pareja: “oye, detente que esto es incómodo para mi pero no quiero decírtelo, sino que quiero que tú me propongas detenerlo”. Si no es eso, comienzan las discusiones sobre qué tan importante es el tema y las cosmovisiones de uno y otro chocan inusitadamente y más frecuente de lo que se podría esperar.
Y lo más complicado es cuando eres tú quien fue mucho más promiscuo en el sexo que tu pareja, y el sentimiento de entre rabia, rencor, y un fuego interno que no se puede explicar sino que hay que sentirlo, se apodera de ti al pensar que a pesar de acostarte con alguien distinto cada semana o cada mes, hasta con gente que no conociste nunca y jamás volviste a ver pero aún así te cuidaste, pero quien amas de verdad y decides tener sexo sin preservativo nunca lo usó en su sexo, es un tema tan complejo que no eres capaz de si quiera conversarlo con tus amigos porque no sabes como expresar lo que sientes al pensar en ello. Sólo se te ocurren monosílabos cercanos a un lenguaje de gruñidos que a la expresión de algún sentir al recordar lo injusta que sientes que es la situación en la que estás pasando, y sientes que esta vez, nadie te podrá entender jamás.
La decisión de seguir con aquella persona a la que, ahora a veces, te da asco acostarte o sólo tocarle, a pesar de desear su cuerpo con una fuerza interna increíble es difícil, sin embargo, hay que pensar que de alguna forma, si ya te acostaste con aquella persona sin condón antes es muy probable que si tiene algo en el cuerpo tú ya lo tienes, nada te detiene a seguir acostándote con esa persona. Ahora, si nunca se han acostado sin preservativo como mediador sexual, y pensabas en acostarte con esa persona al estilo natural, no lo pienses dos veces y no lo hagas hasta tener un papel confiable que asegure que su cuerpo está limpio. Por otra parte, si ni aún así estás conforme y quieres seguir protegiéndote, o simplemente te sigue dando asco, estás en todo tu derecho de exigir un condón entre el sexo y si la otra persona no sabe entender ese delicado punto de vista, dado que es un tema muy delicado, ahí sí hay que cuestionarse si esa persona es el amor de tu vida, porque por último, si no te entiende, te deja ser y respeta tu postura porque te ama. Da para pensar que no te ama lo suficiente para dejarte ser con algo tan importante para ti y una vez más, te sentirás abandonado.
No puedo dejar de cuestionarme si yo hice lo correcto o no frente a este tema, o si lo afronté de la mejor manera, pero quienes sí estuvieron conmigo fueron mis amigos, que me apoyaron y aconsejaron. Es difícil contarlo, es difícil siquiera mencionarlo, los miedos que se presentan ante la inesperada mención de algo tan importante como el tema del preservativo en el sexo o la misma situación en directo, te hace sentir que no hay angustia más grande que la de no saber con exactitud a qué clase de persona le has entregado tu cuerpo, y ya sea el ano, la vagina, o el pene lo que estés entregando, la sensación de sentirte sucio en ese momento no te la quita nadie, ten por seguro que no se irá pronto de ti. Y una de las angustias más grandes de esta situación es la espera insómnica entre el exámen y el resultado. Sólo tratar de distraerse para no pensar en ello, mantenerse ocupado en esa traumática semana y buscar apoyo sino de tu pareja, de algún amigo, te ayudará a llevar este incómodo tránsito.
A mis queridos lectores,Amaroh Hikaru Melville